ESTE ES UN LIBRO QUE ESCRIBÍ HACE TIEMPO, TODAVÍA LE FALTAN ALGUNOS RETOQUES, PERO OS LE DEJO AQUÍ A VER QUE OS PARECE..

miércoles, 26 de mayo de 2010

CAPITULO 4: PREGUNTAS Y MAS PREGUNTAS


Ya eran las ocho menos cuarto y Amanda aún no se había levantado. De repente miró el reloj, vio la hora que era y se levanto de la cama de un salto y fue corriendo a desayunar un poco de leche con galletas. Enseguida se ducho y se vistió, ya estaba lista para un día emocionante de investigación. Puntual como siempre a las ocho y cuarto estaba Juan esperándola en la puerta con su precioso Golf rojo. Amanda salió corriendo de casa, sin despedirse de su madre que aun dormía.

- Buenos días querida Watson, ¿preparada para un día de investigación? – Saludo Juan sonriendo mientras que le abría la puerta a su acompañante.

- Hola Juan, ¡por supuesto!

- Pues entonces en marcha, no hay tiempo que perder, nos espera un día emocionante. - y arrancó el coche dirigiéndose a la gran mansión.

No tardaron mucho en llegar, apenas unos diez minutos escasos. Aparcaron enfrente de la gran puerta de acero que protegía la casa. Recorrieron el camino que iba entre los inmensos jardines de la mansión hasta llegar a la entrada. La cosa estaba como ayer, había policías por todos los lados. Antes de llegar a la habitación de Olivia para ver como estaba y hacerle las preguntas, se encontraron con Sheila.

- Buenos días chicos. – Saludo Sheila amablemente mientras se recogía el pelo en una pequeña coleta.

- Hola Sheila, ¿cómo se encuentra hoy Olivia? ¿Podremos hacerle las preguntas?- Preguntó Juan esperando que así fuera.

- El médico ha dicho que ya se le puede hacer las preguntas pero que no se le agobie demasiado porque todavía esta débil, después del susto que se ha llevado.- explicó mientras les invitaba a pasar al dormitorio de los Márquez.

Sheila era un chica alegre y risueña, muy joven de apenas unos veintiséis años que ya tenia echa la carrera en la comisaría, siendo la nueva psicóloga. Se veía a primera vista que disfrutaba con su trabajo y que le dedicaba mucho tiempo de su vida. Pero a la vez era una joven luchadora con muchos sueños por cumplir todavía y eso hacia de ella una bella persona, y eso, Juan lo sabía.

Cuando entraron en la habitación, se encontraron con una Olivia demacrada y pálida, con unas ojeras que parecía que la habían dado una paliza. La pobre mujer que acababa de perder a su marido hace apenas unas 48 horas daba lástima, pero todos sabían que ella era una de las principales sospechosas. En la habitación había otros dos policías que estaban de pie junto a Olivia.

- Señora Márquez, el comisario Juan va ha hacerle unas preguntas, ¿de acuerdo?- Intervino Sheila.

Amanda se sentó en una silla que había a la entrada de la habitación y sacó su libreta dispuesta ha apuntar todo lo necesario para luego ir sacando conclusiones.

- Olivia, ¿ha echado usted algo en falta, que se haya llevado el que mató a su marido?

- Pu…pues ahora que lo dice, si, un medallón al que mi marido te… tenía mucho afecto por que se lo había regalado su pa…pa…padre cuando era pequeño y tenía una especial devoción por aquel cacharro pero realmente no s… se por que. – dijo muy despacio Olivia con la voz temblorosa. – mi marido lo guardaba en la caja fuerte que está detrás del cuadro en el que sale él en su despacho.

- Yo se de que cuadro esta hablando Juan ,es ese que vimos en su despacho que estaba al lado de la cabeza de ciervo. –Explicó Amanda.

- Si, si ya se de cual habláis, por favor Enrique ve ha avisar al inspector Roberto de la desaparición del medallón y dile que él y sus hombres se ocuparan de ese asunto.- Ordenó Juan a uno de los policías que se encontraban en la habitación.

- Si señor comisario, enseguida avisare al inspector Roberto y a sus hombres.

- Espera pero antes, Olivia, ¿podría describirnos el collar?

- Si claro… es de oro y tiene un águila encima de un pedestal y por detrás unas cintas con los apellidos de la familia.

Aquella descripción le resultaba muy familiar a Amada… enseguida se dio cuenta de que así era el medallón de Leo, pero pensó que sería una simple coincidencia, porque, ¿qué tenía que ver Leo con todo aquello? A simple vista, nada.

- Está bien, Enrique, comuníquele esto a Roberto cuanto antes por favor.

El policía asintió y salió enseguida por la gran puerta de la habitación y bajo por las escaleras es busca del inspector.

- Bueno Olivia sigamos con las preguntas, señora, ¿quería usted a su marido? – Pregunto Juan sin pensárselo dos veces.

El ambiente que se respiraba en aquella habitación era frío, la tensión se mascaba, todos estaban en silencio esperando con ansia la respuesta de Olivia.

- Pero comisario, que se piensa usted, claro que quería a mi marido, ¿qué clase de pregunta es esa?, vamos por favor que era mi marido. – contesto alteradísima Olivia, parecía que había recuperado todas sus fuerzas en un solo instante.

Se la veía alterada, irritada más bien, por la pregunta que Juan acababa de hacerla. Sus ojos se habían puesto rojos y ahora parecía más nerviosa que nunca. Aquella reacción no le gusto nada a Juan, algo en su interior sabía que Olivia escondía algo.

- Disculpe Olivia si le he ofendido, tenía que preguntárselo.- dijo Juan sin sentirlo lo más mínimo. –Continuemos, ¿dónde estaba usted a la hora del crimen?

- Pues hombre durmiendo por supuesto, a las seis y media de la mañana, ¿dónde se cree usted que iba a estar, echando una partida a las cartas?

En ese momento la habitación se quedó en un completo silencio, todos se dieron cuenta de lo que pasaba, menos ella…

- Olivia, ¿cómo sabe usted que el asesinato se cometió a las seis y media de la mañana si eso solo lo sabemos nosotros?

Todos esperaban la respuesta de Olivia, por que todo parecía apuntar a que aquella mujer acababa de delatarse, o por lo menos eso era lo más probable.

- No me miren así, lo sé porque… se lo he oído comentar esta mañana a unos policías que hablaban de ello enfrente de la puerta, ¿no estará pensando qué yo maté a mi marido? No saben de lo que hablan, yo lo quería más que a mi vida y sería incapaz de hacer algo así.

- Tranquilícese Olivia, nadie ha dicho eso, pero me temo que tendrá que acompañarnos a comisaría y permanecer allí hasta que volvamos ha interrogarla.

- Bueno esto es indignante, que me acusen de matar a mi propio marido… - Y Olivia se levantó de golpe de la cama parecía que todos sus males se habían curado, en nada se parecía a aquella Olivia que encontraron esa mañana en la cama.

Juan se dio la vuelta ignorando las quejas de Olivia y se acercó a Sheila.

- Sheila por favor llévala a comisaría y dale un tranquilizante, está muy alterada.

- Si Juan, enseguida. Se dirigió a la señora Márquez y la metió en un coche de policía y la llevó a la comisaría.

- Bueno Amanda, ahora nos toca ir a Terranova a hablar con Javier de la Fuente, a ver que nos cuenta...

Entonces Juan y Amanda cogieron el golf de Juan y atravesaron la ciudad, que aquel día estaba especialmente llena de coches. Aparcaron en el inmenso parking que estaba enfrente del gran edificio y entraron. Aquello estaba lleno de importantes ejecutivos que iban con sus trajes y corbatas de Armani. Todos llevaban grandes maletines de cuero y zapatos de piel.

Se acercaron al mostrador de recepción y allí una amable señorita les indico el camino hacia el despacho de De La Fuente. Entraron en el gran ascensor que había en el medio de aquella sala repleta de gente elegante. El ascensor les subió 15 plantas hasta llegar al despacho. Según andaban por el inmenso pasillo oyeron unos gritos que provenían seguramente de aquel despacho.

- ¡No quiero volver a verte por aquí, mañana recibirás noticias de mi abogado! – Se le oía chillar a alguien desde dentro

- ¡Pero Javier déjame que te explique, por favor!

Juan y Amanda llamaron y entraron sin esperar respuesta, pues todo aquello era muy raro. Abrieron la puerta y allí estaba Javier de la Fuente y su esposa, Rosalía en medio del amplio despacho del empresario.

- ¿Llegamos en mal momento señor de la Fuente? – pregunto Juan sabiendo que así era.

- No señor comisario, pasen, Rosalía ya se marchaba, ¿verdad querida…? – Dijo Javier en un tono sarcástico que todos notaron.

Entonces Rosalía recogió de la silla su abrigo de visón y su bolso de piel, seguramente tan caro como el abrigo, y se fue sin decir una palabra.

- Javier de la Fuente… venimos ha hacerle unas preguntas por el asesinato de su principal socio.

Y Juan empezó con las típicas preguntas ¿Dónde estaba a la hora del crimen? ¿Qué relación tenía con el señor Márquez a parte de socios? Todo hasta ahí normal, hasta que el comisario preguntó:

- ¿Sabía usted que su socio mantenía una relación amorosa con su esposa?

Javier bajo la mirada y la dejó fija en el suelo y parecía que estaba realmente triste. Después de unos segundos reaccionó.

-Verán, al principio no quería creerlo, pero un día fui al despacho de Márquez, porque teníamos que arreglar unos asuntos que teníamos pendientes con una nueva empresa que íbamos a financiar y cuando entre a su despacho no llamé y allí estaban los dos… - Y el señor de la Fuente echo a llorar. Aquel señor a simple vista parecía un hombre frío y seco, sin sentimientos, pero estaba claro que aquello era una fachada para tapar su dolor frente al engaño de su mujer y su mejor amigo.

Por hoy habían acabado las preguntas. Pero nada estaba claro… todos seguían siendo sospechosos.

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