ESTE ES UN LIBRO QUE ESCRIBÍ HACE TIEMPO, TODAVÍA LE FALTAN ALGUNOS RETOQUES, PERO OS LE DEJO AQUÍ A VER QUE OS PARECE..

sábado, 15 de mayo de 2010

CAPITULO 2 :UN CUENTO DE HADAS (parte II)


Amanda miro sus manos unidas y sintió un escalofrío que le recorría el cuerpo, al igual que lo sintió Leo. Entonces cada uno de ellos sacó una moneda y agarrados de la mano la tiraron a la fuente y cuando pasaron unos segundos, dos peces de color naranja se pusieron a juguetear por encima de las monedas. Entonces se miraron fijamente, en sus ojos estaba aquel brillo, ¡sí! aquel brillo que le sale en los ojos a los enamorados de las películas cuando se descubren el uno al otro. El tiempo se había parado en ese instante, solo existían Leo y Amanda, Amanda y Leo, aquellos perfectos desconocidos que estaban empezando a descubrirse. Poco a poco fueron acercándose, notando sus respiraciones desacompasadas, sus parpados empezaron a caer preparados para sentir aquello que habían estado esperando y entonces ocurrió, sus labios se juntaron y se movieron como si formaran uno solo entonces el beso estalló y los segundos se convirtieron en años.

Hacía mucho tiempo que Amanda no tenia esa sensación de libertad, de pasión…Hacía mucho tiempo que nadie le hacía sentir así…No sabía como pero con Leo se sentía segura, protegida, querida…aunque todo hubiera pasado muy rápido, era como si le conociera de siempre. Se abrazaron y se fueron agarrados de la mano al edificio más grande de la ciudad.

- Aquí es donde trabajan los empresarios más importantes de la ciudad, que pertenecen a la empresa Terranova. –dijo Amanda mirando hacia arriba para ver la cima del gran edificio.

- Si, lo sé este edificio ya lo conocía, la verdad es que es impresionante.- dijo Leo.

Amanda no quiso preguntar por qué conocía ya el edificio, ya que a Leo no se le veía muy animado por contarlo.

- Bueno pues como ya le conoces, ahora vamos a cenar a la Taberna del Océano, conocida por sus baguettes de sepia con queso, mi familia y yo vamos mucho allí. – Dijo Amanda.

- Vale, tengo ganas de conocer ese lugar mis tíos me han dicho que esta muy bien, aunque ellos no suelen ir a esos sitios.- explicó Leo.

Fueron por la calle de los Montena hasta llegar a la Plaza de la Paz, donde se encontraba la Taberna del Océano. Entraron y se sentaron en una mesa junto a la ventana, que era el sitio donde se sentaban siempre Amanda y su familia. Leo miró la carta una y otra vez, no sabia que baguette pedirse, había tantas que no sabía por cual decidirse. Ella lo tenía claro, iba a pedirse lo de siempre, la famosa baguette de sepia con queso.

Al rato llegó el camarero.

- Hola Amanda y acompañante.- dijo riendo el camarero.

-Hola Esteban, mi amigo se llama Leo. –dijo Amanda presentándolos, aunque ya no eran solo amigos pero prefería que no lo supiera nadie de momento.

-Encantado Esteban- dijo Leo estrechándole la mano.

-El placer es mió jovencito- dijo Esteban.- ¿Qué vais a tomar?

Esteban era un hombre bajito y regordete, humilde y hogareño que Amanda y su familia conocían desde siempre.

-Yo, lo de siempre con una coca-cola.- contestó Amanda.- ¿Y tu Leo? -Dijo mirándole.

- Yo tomaré la 9, de bacón y queso con una coca-cola también, gracias.

- Ahora mismo os lo traigo.- dijo el camarero según se iba.

Mientras llegaban las baguettes, Amanda se fijo en el medallón que llevaba Leo en el cuello, en el que salía un pájaro, agarrado por una cadena, seguramente de oro macizo.

- ¿Y ese collar?, es muy bonito. – soltó de repente Amanda.

- Es una herencia familiar.-dijo Leo, dando a entender que no quería hablar del tema.

Enseguida Esteban les trajo las baguettes calientes, recién sacadas del horno, con sus correspondientes coca-colas.

Se lo tomaron tranquilamente, pagaron, se despidieron de Esteban y se fueron para casa. Leo la acompañó hasta su calle, un poco antes de llegar a su casa, para así, poder despedirse sin correr el riesgo de ser vistos por los padres de Amanda. Pararon en la esquina de su calle y como despedida se abrazaron y se dieron un beso sintiendo la pasión con la que se besaban.

Realmente, esto era como un cuento de hadas, cuando estaba juntos sentían que el tiempo se paraba y que nadie más existía, solo ellos.

Entonces Amanda entro en casa muy feliz y rápidamente fue al teléfono a contarle a Yanhira todo, todo.

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