ESTE ES UN LIBRO QUE ESCRIBÍ HACE TIEMPO, TODAVÍA LE FALTAN ALGUNOS RETOQUES, PERO OS LE DEJO AQUÍ A VER QUE OS PARECE..

jueves, 13 de mayo de 2010

CAPITULO 2 :UN CUENTO DE HADAS (parte I)

Amanda no podía comer, tenía un nudo en la garganta y la comida no le entraba.

- Amanda, hija, ¿por qué no comes?-dijo Estela preocupada.

- Es que no tengo hambre mamá, he comido algo con Yanhira de camino a casa. – mintió Amanda.

- Claro comes algo de camino a casa, y luego la comida me la tengo que comer yo, ¿no? - dijo Estela enfadada. – Y luego a los cinco minutos tienes hambre.

- Que no mamá, además no tengo hambre, luego me ceno esto. – dijo Amanda.

Entonces, Amanda se fue a su cuarto a prepararse. Ordenó el cuarto para que cuando volviera, su madre no le reprochara nada. Ella pensaba que su madre la trataba como a una niña y ya tenía diecinueve años, pero lo único que hacía su madre era preocuparse por ella, como todas las madres hacen con sus hijas.

Puso música, como hacía siempre que se vestía para salir, eso la relajaba. Una vez puesto su disco favorito, cogió del armario el vestido blanco de palabra de honor que le había a aconsejado su amiga. Sacó las sandalias de dedo de debajo de la cama y se las puso. Fue al baño se soltó su largo pelo rizado y se puso una diadema de color azul celeste a conjunto con las sandalias. Se pintó los ojos casi sin que se le notara y se hecho brillo en los labios. Entonces se miró al espejo y dijo:

- Realmente perfecta, pero ante todo sencilla – dijo en voz alta sonriendo, recordando las palabras que siempre decía Yanhira.

Como todavía eran las cinco y media, llamó a Yanhira.

- ¿Si? – preguntó su amiga.

- Hola, soy Amanda.- contestó.

- ¿Ya estas lista para tu “cita”?

- Si, por eso te llamaba, porque ya me he vestido y todavía queda media hora. – Dijo con desesperación Amanda – Es que estoy muy nerviosa, y te llamaba para relajarme un poco.

-Está bien, tu tranquila que ya verás como todo va a salir muy bien y triunfarás. -dijo segura Yanhira- ¿Te has puesto lo que te dije?

-Si.- contestó Amanda.-Espero que todo esto funcione, aunque no me quiero hacer ilusiones.

- Me parece que ya te las estas haciendo, pero seguro que esas ilusiones se van ha hacer realidad.-Dijo Yanhira animándola.

- Bueno, te dejo guapa, que son menos cuarto, tengo que ir hasta allí y no quiero llegar tarde.-Se despidió Amanda. – ¡Chao!

- Adiós y suerte – dijo Yanhira y entonces colgó.

Amanda cogió el bolso y la chaqueta por si luego hacia fresco y se despidió:

-Adiós, me voy que he quedado con Yanhira- mintió y cerró la puerta.

- Hasta luego hija.- dijo su padre cuando ya se había cerrado la puerta. – Hay que ver esta chica, siempre te deja con la palabra en la boca.

Ya estaba en camino, ya no podía echarse atrás, ya estaba mentalizada, los nervios se habían ido. Entonces dejaría que la conversación y todo lo demás fluyeran.

Cuando llegó a la esquina del campo nuevo que era donde habían quedado, Leo ya estaba allí.

Se saludaron con dos cálidos besos en la mejilla, con los que los dos sintieron un escalofrío que les recorría el cuerpo.

- Hola, ¿qué tal?- preguntó Amanda interesada.

- Muy bien, con ganas de que llegara hoy, para conocer la ciudad y verte, desde luego.- dijo muy contento. - ¿a dónde me vas a llevar?

- Pues primero te voy a llevar a la Plaza de los Arces, y después…- le informo Amanda. –Después ya veremos.

- Vale, cuando quieras nos vamos. –dijo Leo.

Y entonces, tomaron rumbo a la Plaza de los Arces, mientras charlaban tranquilamente. De camino, pararon en una heladería y compraron unos cucuruchos de helado de fresa y nata para los dos.

Y cuando se quisieron dar cuenta ya habían llegado a Fuente Cascada.

- Es muy bonita la verdad, ¿y esa fuente, por qué hay tanta gente alrededor?- preguntó intrigado Leo.

Mientras Amanda le llevaba hacia la fuente para que lo comprobara el mismo le dijo:

- Aquí la gente echa monedas al fondo de la fuente y pide un deseo y si uno de los peces que hay pasa por encima se ella se cumplirá.- explicó Amanda mirándole dulcemente.

- Entonces echemos una ¿no? – dijo leo mientras agarraba suavemente la mano de Amanda.

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