ESTE ES UN LIBRO QUE ESCRIBÍ HACE TIEMPO, TODAVÍA LE FALTAN ALGUNOS RETOQUES, PERO OS LE DEJO AQUÍ A VER QUE OS PARECE..

viernes, 13 de agosto de 2010

EPÍLOGO.


Así acabó nuestro asesinato, con un final feliz, pero no por eso común, porque aún nos quedan algunas sorpresas.

Juan acabó casándose con Sheila, su amor platónico aunque no quisiera decírnoslo. Tuvieron tres hijos y a la primera niña la llamó Amanda, así recordaría todos esos momentos tan emocionantes que paso con aquella querida amiga que nuNca olvidaría.

Amanda se separó de Leo al cabo de unos años, pero quedaron como amigos… al final lo suyo no salió como esperaban, pero eso si, habían ganado una amistad, para siempre...

miércoles, 11 de agosto de 2010

CAPITULO 6 :UNA PISTOLA Y UN SOBRE


Al día siguiente Amanda estaba aun cansada, pues el día anterior había sido muy duro... pero todavía quedaban muchos cabos sueltos y Amanda no se iba a dar por vencida tan fácilmente. Y había gente de la casa que faltaba por interrogar así que ahora que sabía que el empresario era el tío de Leo... tenía más motivos para acabar con esa historia, de una vez por todas.

La pareja había quedado a las nueve en punto en la casa de Amanda y ahí Juan les pasaría a buscar. Así fue, y en unos minutos ya estaban en la comisaría donde interrogarían a más gente. Allí se encontraron con Sheila, tan radiante como siempre, que les dijo que el jardinero ya estaba listo para declarar y que les esperaba en la sala número 2.

Allí estaba Clemente, el jardinero, sentado en una silla, con la mirada perdida.

Juan decidió entrar fuerte, porque ya estaba harto de tanta mentira y tendió una trampa al jardinero, por si picaba...

- Señor Clemente, sabemos que usted tiene algo que ver, si nos lo cuenta ahora, saldrá beneficiado... ¿está dispuesto a contarnos lo que sabe?

Parecía que Clemente ni siquiera había oído la pregunta, seguía mirando al fondo de la sala, como si ninguno de ellos estuviera allí.

Clemente, ha oído usted lo que le he preguntado, será mejor que si sabe algo lo diga ahora.

El jardinero levanto la cara y miro a Juan a los ojos, parecía asustado, pero su respuesta fue firme.

- Si señor comisario, perfectamente, pero me temo que no se nada de este asunto, en esa casa yo me limitaba a cuidar el jardín y nada más. No tengo ni idea de quien ha podido cometer este asesinato. Esto es lo único que puedo decirle.

Juan lo miró detenidamente, la respuesta había sido firme, pero aquel hombre había empezado a sudar y movía las manos continuamente de un lado para otro. Todo ello le llevaba a pensar que Clemente mentía, que había algo que no quería contarles, pero ¿qué era? Se sentó en la silla de enfrente del interrogado y le miro a los ojos.

- Mire, no trate de ocultarnos lo que sabe. Todo esto es peor para usted y tenga por seguro que de aquí no nos moveremos hasta q nos cuente algo. Esta historia tiene que acabar.

De pronto su cara cambio de expresión, ésta reflejaba temor a algo que ellos desconocían…

-Verá comisario... el día del asesinato me levanté pronto, a las seis de la mañana para ser exactos, bajé a la cocina, como todas las mañanas y oí un ruido... salí al jardín y vi a Julio, el mayordomo ¿le conocen? claro que le conocen... es uno de los sospechosos ¿verdad?

-Si Clemente, si, en estos momentos usted también es sospechoso así que continúe por favor. – Respondió Juan deseando saber el final de aquella historia.

- Está bien... vi a Julio con una bolsa de la mano manchada de sangre, entonces le seguí y observé que la enterraba detrás de la casa, pero antes de que pudiera marcharme, me vio y...y... me dijo que si alguna vez se me ocurría contar eso a alguien mataría a mi familia, no podía contárselo ¿lo entiende? no saben lo que Julio es capaz de hacer, yo nunca me fié de él y tenia miedo... mucho miedo... Entonces al llegar a la casa encontré al señor muerto y entonces comprendí todo lo que había pasado... – Dijo por fin el jardinero con lagrimas en los ojos y temblando.

- Muy bien Clemente, no le pasará nada, vamos a terminar con esto de una vez por todas.

Entonces los dos jóvenes, que no daban crédito a lo que acababan de oír, y Juan, se fueron rápidamente a la mansión con algunos refuerzos. Pero mientras otros policías se encargarían de encontrar a Julio que tenía que responder a muchas preguntas...

Llegaron e inmediatamente fueron a la parte de atrás de la casa y unos policías empezaron a cavar, al cabo de unos instantes uno de los dijo:

- ¡He encontrado algo! – todos se acercaron y allí estaba, la bolsa, manchada con gotas de sangre que seguramente pertenecieran al señor Márquez.

Con unos guantes, Juan abrió la bolsa, allí se encontraba una pistola y un sobre... Inmediatamente Juan mandó al subcomisario que también se encontraba presente, que llevara la pistola a comisaría, así comprobarían si aquella era el arma con el que mataron al empresario. Y ellos mientras, leerían la carta...

Querido Julio:

Ya esta todo preparado, no hay de que preocuparse, pronto podremos estar juntos y compartir nuestro amor... para siempre.

Lo único que tenemos que hacer es deshacernos de José. Lo haremos esta misma noche, todo será muy fácil, tendrás que coger la pistola que esta debajo de la escalera principal, en la trampilla. La cogerás y cuando se levante a su hora de siempre, tendrás que matarlo, es la única forma de poder estar juntos, y además cobraremos una inmensa fortuna que compartiremos.

Tu solo encárgate de que no viva, de lo demás no te preocupes, ya me ocupo yo...

Siempre tuya

Olivia.

Aquello que acababan de leer les había dejado boquiabiertos, habían tenido a los asesinos delante todo el tiempo y no lo habían visto. Pero ahora, todo se había acabado, sabían quién mató a José Márquez.

El subcomisario comprobó que aquella era el arma homicida, otros policías detuvieron a Julio y este confesó ser el asesino de su jefe, pero que estaba manipulado por Olivia, que todo lo hizo porque la quería y porque esperaba que todo lo que ella prometía con sus palabras y su carta fuera verdad, pero nada de eso ocurrió así. Olivia al enterarse de que habían detenido a Julio, intentó huir del país pero la detuvieron en Barajas, intentando coger un vuelo a New York.

Al fin tenían al culpable de aquel asesinato que tanta intriga, amor, mentiras, amantes, investigación, pero sobre todo amistad… había tenido.

jueves, 15 de julio de 2010

CAPITULO 5: MUCHA INFORMACIÓN JUNTA.


Había pasado un tiempo y las investigaciones continuaban pero no se sabía ni quien fue el asesino ni por qué lo hizo.

Aquella tarde Amanda había quedado con Leo, para ir a merendar a la Taberna del Océano, así que aquella tarde Juan siguió con las investigaciones él solo.

Juan estaba en la mansión de los Márquez, a ver si encontraba algo que le llevase al asesino del empresario. Entró en una de las habitaciones de la gran mansión. Allí había una cama con una colcha azul oscuro que arrastraba por el suelo, un espejo que ocupaba casi toda la pared. Había un tocador enfrente de la cama, y encima un gran joyero de dos plantas. Juan lo abrió y su sorpresa fue encontrar allí aquello que llevaban tanto tiempo buscando, el medallón del señor Márquez.

- ¡Sheila, ven un momento por favor! –grito Juan desde la habitación.

Al entrar Sheila se acercó a Juan y vio el medallón dentro del joyero.

- Pero, Juan ¿ese no es le medallón de Márquez?

- ¡Exacto! – dijo Juan satisfecho de haber encontrado algo que les pudiera servir de algo. – Lo voy a llevar a comisaría para que lo analicen.

El comisario cogió el collar con unos guantes, lo metió en una bolsa de plástico, salió de la casa inmediatamente y en menos de diez minutos Juan estaba en la comisaría, ansioso de ver que encontraba allí.

Mientras tanto, Amanda había quedado con Leo, se encontraron donde el primer día porque desde entonces siempre quedaban allí.

Amanda estaba convencida de haber encontrado a su chico ideal, Leo para ella era un sueño echo realidad, cuando estaba con él se sentía realmente bien y no le importaba nada más. Haberse chocado con él aquel día fue lo mejor que le había pasado nunca. Leo era un chico muy agradable, guapo e inteligente que le caía bien a todo el mundo, a sus padres, a sus amigos…era el príncipe azul que había estado esperando después de lo mal que lo paso tras su última relación. Eso si, a Leo no le gustaba hablar de su familia ni nada de eso, siempre que Amanda hablaba de ello o el preguntaba, él cambiaba de tema, pero eso era lo de menos, lo importante es que la quiere y ella lo sabe.

Eran las cinco y media y estaban paseando por la fuente en la que se dieron su primer beso, les traía muy buenos recuerdos y solían pasar a menudo por ella.

- ¿Te acuerdas de cuando estuvimos aquí por primera vez? –dijo Leo de repente, mientras se paraba y la agarraba por la cintura.

- Pues como no me voy a acordar si fue el momento más feliz de mi vida, además… nos dimos nuestro primer beso por si no te acuerdas…- decía Amanda picarona, sonriendo a Leo.

- Fíjate… ya ni me acordaba de eso. – dijo Leo siguiendo le el juego.

Entonces fueron a besarse cuando alguien les interrumpió.

-¿Es usted Leo Casademun? – Les sorprendió Juan

- Si, ¿por qué, qué pasa?

- Esta usted detenido por presunto robo y asesinato del señor Márquez., acompáñenos por favor.

- No puede ser, esto tiene que ser un error.

Amanda se quedó con la boca abierta, no sabía de qué iba todo aquello. Juan y unos policías más arrestaron a Leo, lo metieron en el coche patrulla y se lo llevaron a comisaría.

Amanda fue corriendo hasta la comisaría, seguía sin entender lo que pasaba, ¿qué tenía que ver Leo con todo aquello? Cuando llegó intentó hablar con Leo pero un policía de los que estaban allí no la dejó pasar por que Juan le estaba interrogando.

- Leo, hemos encontrado en el joyero de una de las habitaciones de la mansión, el medallón que desapareció la noche del asesinato de tu tío, por eso queremos saber que hacía allí el medallón ya que tiene tus huellas y no puedes negar que sabías que estaba allí.

Enseguida Leo se agarró el pecho buscando algo, estaba buscando su medallón, se lo había dejado allí, en el joyero del cuarto de la casa. Cuando fue a recoger sus cosas se lo dejó allí.

- Señor comisario, ese no es el medallón que le robaron a mi tío y claro que tiene mis huellas por que ese es el que heredé de mi madre cuando murieron ella y mi padre en un accidente de coche hace dos meses .Verá, volvíamos de una boda y mi padre había bebido, lo normal para una boda, pero lo suficiente para que yo decidiera conducir. Llegamos a un cruce y por la derecha apareció un coche que se había saltad un semáforo y nos llevo por delante… Fui el único que logró salir con vida, mis padres… murieron en el acto. Entonces me vine aquí, allí en Madrid ya no tenía a nadie…

Leo se puso las manos en la cara y empezó a llorar, Juan lo miró y vio que decía la verdad. Seguidamente Leo se frotó los ojos y miró al comisario con los ojos empañados.

-Comisario, le estoy diciendo la verdad, ese medallón es el mío, el que heredé, se lo puede preguntar a Olivia, ella sabe que lo tengo…o también se lo puede preguntar a Amanda, ¡si! ella me lo vio el día que quedamos por primera vez, mi tío seguía vivo y todavía no le había desaparecido, pregúnteselo comisario, pregúnteselo...

-Esta bien tranquilízate, voy a hablar con Amanda y saldremos de dudas.

Juan salió de la sala donde estaba interrogando a Leo y fue a buscar a Amanda a su casa, pero al salir se la encontró allí esperando en la puerta de la comisaría, yendo de un lado para otro.

- Juan, ¿qué está pasando, por qué habéis detenido a Leo, qué tiene que ver él en todo esto, qué...? – gritaba Amanda alterada.

- Tranquila Amanda, acompáñame a una sala y hablaremos más tranquilos. – Dijo Juan mientras la llevaba dentro de la comisaría. Entraron en una sala que estaba al lado de donde se encontraba Leo.

- A ver, antes de nada, te tengo que hacer una pregunta, antes del asesinato a José Márquez, ¿le habías visto a Leo un medallón de oro con un águila dibujado, como el que nos describió Olivia?

- Si, el primer día que quedamos fuimos a cenar a la Taberna del Océano y estando allí me fijé en su medallón y le pregunte por él y me dijo que era una herencia familiar, pero no me dijo más.

- Y ¿por qué cuando Olivia nos describió el medallón no dijiste nada, si te recordaba al que llevaba Leo?

- Pues no se, pensé que era una casualidad simplemente, pero, ¿por qué me preguntas todo esto, que tiene que ver con el asesinato de Márquez?

- Verás, la madre de Leo y el señor Márquez eran hermanos y Leo había estado en la mansión y resulta que en un joyero de la que había sido su habitación encontramos un medallón como el que desapareció la noche del crimen, lo lleve a comisaría y encontramos sus huellas y todo apuntaba a que Leo había robado el medallón y posiblemente matado a su tío.- Amanda no daba crédito a lo que estaba oyendo en esos instantes.- era difícil de creer pero era una posibilidad, entonces le detuvimos, pero nos ha explicado que este, es otro medallón, y que lo heredó de su madre al morir su padre y ella en un accidente de coche hace dos meses y como además tu nos confirmas que tenía el medallón antes de que desapareciera… no hay más que hablar.

- Cuanta información en tan poco tiempo… - Dijo Amanda aturullada.

Juan fue a buscar a Leo y le dijo que ya se podía marchar y que Amanda le estaba esperando fuera. Leo salió y Amanda fue corriendo a abrazarle aunque todavía no entendía por qué no le había contado nada del accidente de sus padres y de que Márquez era su tío, pero imaginaba que no el gustaría mucho recordar lo de sus padres ya que habría sufrido mucho. Y así era, Amanda y Leo estuvieron hablando y Leo le contó todo, que no había hablado del accidente de sus padres por que se sentía culpable, porque él era el que iba conduciendo aquel día y fue el único que sobrevivió.

Volvieron a casa y de camino se encontraron con Yanhira que venía con su madre, que seguramente acabaría de terminar de trabajar.

- ¡Buenas parejita! – Dijo Yanhira con una sonrisa de oreja a oreja, pero enseguida vio las caras de Amanda y Leo y se dio cuenta de que algo pasaba y le dijo a su madre que fuera yendo para casa, que ella iba después.

- ¿Se puede saber que os pasa que venís con esas caras?

Decidieron ir a sentarse a algún sitio para contárselo más tranquilamente. Fueron a un banco del parque y allí Leo y Amanda le explicaron todo a Yanhira, que se quedo con la boca abierta.

- Vaya… ¡Qué pasada…! Parece una historia de terror… -Decía Yanhira sin poder creerse lo que acababa de escuchar.

Estuvieron durante un rato dando un paseo pero enseguida se fueron a casa por que había sido un día muy duro para todos.

miércoles, 26 de mayo de 2010

CAPITULO 4: PREGUNTAS Y MAS PREGUNTAS


Ya eran las ocho menos cuarto y Amanda aún no se había levantado. De repente miró el reloj, vio la hora que era y se levanto de la cama de un salto y fue corriendo a desayunar un poco de leche con galletas. Enseguida se ducho y se vistió, ya estaba lista para un día emocionante de investigación. Puntual como siempre a las ocho y cuarto estaba Juan esperándola en la puerta con su precioso Golf rojo. Amanda salió corriendo de casa, sin despedirse de su madre que aun dormía.

- Buenos días querida Watson, ¿preparada para un día de investigación? – Saludo Juan sonriendo mientras que le abría la puerta a su acompañante.

- Hola Juan, ¡por supuesto!

- Pues entonces en marcha, no hay tiempo que perder, nos espera un día emocionante. - y arrancó el coche dirigiéndose a la gran mansión.

No tardaron mucho en llegar, apenas unos diez minutos escasos. Aparcaron enfrente de la gran puerta de acero que protegía la casa. Recorrieron el camino que iba entre los inmensos jardines de la mansión hasta llegar a la entrada. La cosa estaba como ayer, había policías por todos los lados. Antes de llegar a la habitación de Olivia para ver como estaba y hacerle las preguntas, se encontraron con Sheila.

- Buenos días chicos. – Saludo Sheila amablemente mientras se recogía el pelo en una pequeña coleta.

- Hola Sheila, ¿cómo se encuentra hoy Olivia? ¿Podremos hacerle las preguntas?- Preguntó Juan esperando que así fuera.

- El médico ha dicho que ya se le puede hacer las preguntas pero que no se le agobie demasiado porque todavía esta débil, después del susto que se ha llevado.- explicó mientras les invitaba a pasar al dormitorio de los Márquez.

Sheila era un chica alegre y risueña, muy joven de apenas unos veintiséis años que ya tenia echa la carrera en la comisaría, siendo la nueva psicóloga. Se veía a primera vista que disfrutaba con su trabajo y que le dedicaba mucho tiempo de su vida. Pero a la vez era una joven luchadora con muchos sueños por cumplir todavía y eso hacia de ella una bella persona, y eso, Juan lo sabía.

Cuando entraron en la habitación, se encontraron con una Olivia demacrada y pálida, con unas ojeras que parecía que la habían dado una paliza. La pobre mujer que acababa de perder a su marido hace apenas unas 48 horas daba lástima, pero todos sabían que ella era una de las principales sospechosas. En la habitación había otros dos policías que estaban de pie junto a Olivia.

- Señora Márquez, el comisario Juan va ha hacerle unas preguntas, ¿de acuerdo?- Intervino Sheila.

Amanda se sentó en una silla que había a la entrada de la habitación y sacó su libreta dispuesta ha apuntar todo lo necesario para luego ir sacando conclusiones.

- Olivia, ¿ha echado usted algo en falta, que se haya llevado el que mató a su marido?

- Pu…pues ahora que lo dice, si, un medallón al que mi marido te… tenía mucho afecto por que se lo había regalado su pa…pa…padre cuando era pequeño y tenía una especial devoción por aquel cacharro pero realmente no s… se por que. – dijo muy despacio Olivia con la voz temblorosa. – mi marido lo guardaba en la caja fuerte que está detrás del cuadro en el que sale él en su despacho.

- Yo se de que cuadro esta hablando Juan ,es ese que vimos en su despacho que estaba al lado de la cabeza de ciervo. –Explicó Amanda.

- Si, si ya se de cual habláis, por favor Enrique ve ha avisar al inspector Roberto de la desaparición del medallón y dile que él y sus hombres se ocuparan de ese asunto.- Ordenó Juan a uno de los policías que se encontraban en la habitación.

- Si señor comisario, enseguida avisare al inspector Roberto y a sus hombres.

- Espera pero antes, Olivia, ¿podría describirnos el collar?

- Si claro… es de oro y tiene un águila encima de un pedestal y por detrás unas cintas con los apellidos de la familia.

Aquella descripción le resultaba muy familiar a Amada… enseguida se dio cuenta de que así era el medallón de Leo, pero pensó que sería una simple coincidencia, porque, ¿qué tenía que ver Leo con todo aquello? A simple vista, nada.

- Está bien, Enrique, comuníquele esto a Roberto cuanto antes por favor.

El policía asintió y salió enseguida por la gran puerta de la habitación y bajo por las escaleras es busca del inspector.

- Bueno Olivia sigamos con las preguntas, señora, ¿quería usted a su marido? – Pregunto Juan sin pensárselo dos veces.

El ambiente que se respiraba en aquella habitación era frío, la tensión se mascaba, todos estaban en silencio esperando con ansia la respuesta de Olivia.

- Pero comisario, que se piensa usted, claro que quería a mi marido, ¿qué clase de pregunta es esa?, vamos por favor que era mi marido. – contesto alteradísima Olivia, parecía que había recuperado todas sus fuerzas en un solo instante.

Se la veía alterada, irritada más bien, por la pregunta que Juan acababa de hacerla. Sus ojos se habían puesto rojos y ahora parecía más nerviosa que nunca. Aquella reacción no le gusto nada a Juan, algo en su interior sabía que Olivia escondía algo.

- Disculpe Olivia si le he ofendido, tenía que preguntárselo.- dijo Juan sin sentirlo lo más mínimo. –Continuemos, ¿dónde estaba usted a la hora del crimen?

- Pues hombre durmiendo por supuesto, a las seis y media de la mañana, ¿dónde se cree usted que iba a estar, echando una partida a las cartas?

En ese momento la habitación se quedó en un completo silencio, todos se dieron cuenta de lo que pasaba, menos ella…

- Olivia, ¿cómo sabe usted que el asesinato se cometió a las seis y media de la mañana si eso solo lo sabemos nosotros?

Todos esperaban la respuesta de Olivia, por que todo parecía apuntar a que aquella mujer acababa de delatarse, o por lo menos eso era lo más probable.

- No me miren así, lo sé porque… se lo he oído comentar esta mañana a unos policías que hablaban de ello enfrente de la puerta, ¿no estará pensando qué yo maté a mi marido? No saben de lo que hablan, yo lo quería más que a mi vida y sería incapaz de hacer algo así.

- Tranquilícese Olivia, nadie ha dicho eso, pero me temo que tendrá que acompañarnos a comisaría y permanecer allí hasta que volvamos ha interrogarla.

- Bueno esto es indignante, que me acusen de matar a mi propio marido… - Y Olivia se levantó de golpe de la cama parecía que todos sus males se habían curado, en nada se parecía a aquella Olivia que encontraron esa mañana en la cama.

Juan se dio la vuelta ignorando las quejas de Olivia y se acercó a Sheila.

- Sheila por favor llévala a comisaría y dale un tranquilizante, está muy alterada.

- Si Juan, enseguida. Se dirigió a la señora Márquez y la metió en un coche de policía y la llevó a la comisaría.

- Bueno Amanda, ahora nos toca ir a Terranova a hablar con Javier de la Fuente, a ver que nos cuenta...

Entonces Juan y Amanda cogieron el golf de Juan y atravesaron la ciudad, que aquel día estaba especialmente llena de coches. Aparcaron en el inmenso parking que estaba enfrente del gran edificio y entraron. Aquello estaba lleno de importantes ejecutivos que iban con sus trajes y corbatas de Armani. Todos llevaban grandes maletines de cuero y zapatos de piel.

Se acercaron al mostrador de recepción y allí una amable señorita les indico el camino hacia el despacho de De La Fuente. Entraron en el gran ascensor que había en el medio de aquella sala repleta de gente elegante. El ascensor les subió 15 plantas hasta llegar al despacho. Según andaban por el inmenso pasillo oyeron unos gritos que provenían seguramente de aquel despacho.

- ¡No quiero volver a verte por aquí, mañana recibirás noticias de mi abogado! – Se le oía chillar a alguien desde dentro

- ¡Pero Javier déjame que te explique, por favor!

Juan y Amanda llamaron y entraron sin esperar respuesta, pues todo aquello era muy raro. Abrieron la puerta y allí estaba Javier de la Fuente y su esposa, Rosalía en medio del amplio despacho del empresario.

- ¿Llegamos en mal momento señor de la Fuente? – pregunto Juan sabiendo que así era.

- No señor comisario, pasen, Rosalía ya se marchaba, ¿verdad querida…? – Dijo Javier en un tono sarcástico que todos notaron.

Entonces Rosalía recogió de la silla su abrigo de visón y su bolso de piel, seguramente tan caro como el abrigo, y se fue sin decir una palabra.

- Javier de la Fuente… venimos ha hacerle unas preguntas por el asesinato de su principal socio.

Y Juan empezó con las típicas preguntas ¿Dónde estaba a la hora del crimen? ¿Qué relación tenía con el señor Márquez a parte de socios? Todo hasta ahí normal, hasta que el comisario preguntó:

- ¿Sabía usted que su socio mantenía una relación amorosa con su esposa?

Javier bajo la mirada y la dejó fija en el suelo y parecía que estaba realmente triste. Después de unos segundos reaccionó.

-Verán, al principio no quería creerlo, pero un día fui al despacho de Márquez, porque teníamos que arreglar unos asuntos que teníamos pendientes con una nueva empresa que íbamos a financiar y cuando entre a su despacho no llamé y allí estaban los dos… - Y el señor de la Fuente echo a llorar. Aquel señor a simple vista parecía un hombre frío y seco, sin sentimientos, pero estaba claro que aquello era una fachada para tapar su dolor frente al engaño de su mujer y su mejor amigo.

Por hoy habían acabado las preguntas. Pero nada estaba claro… todos seguían siendo sospechosos.

lunes, 17 de mayo de 2010

CAPITULO 3 :UNA NOTICIA INESPERADA (parte II)


Estuvieron dando un paseo por la casa a ver si encontraban algo, estuvieron en la cocina y allí unos policías estaban interrogando a Julio.

- ¿Qué estaba haciendo usted, hoy, a las seis y media de la mañana?- Preguntó uno de los policías.

- Creo que por esas horas ya me había levantado y estaba sacando de paseo a los perros. – Contestó Julio muy nervioso.

El otro policía iba apuntando lo que decían, aunque parecía que no se creía la mitad de las palabras que decía Julio. La verdad es que su coartada nadie la podía verificar y además parecía un poco absurda, pero ¿por qué no podría estar sacando a los peligrosos perros que protegían la mansión a las seis y media de la mañana?

Pasaron al despacho de Márquez, aquello era enorme, casi tan grande como el gran salón, las paredes estaban llenas de altas estanterías llenas de libros de todos los tamaños y colores. En la pared central se encontraba colgado una enorme cabeza de ciervo, tan real que parecía que aquel animal estaba vivo. Junto a él se podía ver un retrato del señor Márquez vestido con un elegante traje de negocios. En el centro había una mesa de madera noble muy grande con un cómodo sillón negro colocado al otro lado de la mesa. Encima de ella había una multitud de papeles de ningún modo ordenados repartidos por toda la mesa, a la vez que unas libretas, plumas, y una sofisticada lámpara.

El suelo era de mármol, tan brillante que casi te podías ver reflejado en él. En el mismo suelo, a la entrada se encontraba una alfombra árabe de mucho estilo que ocupaba gran parte de la sala.

Allí no había nadie solo ellos dos.

Subieron al segundo piso, a al habitación de Olivia a ver si se encontraba mejor y podía responder a sus preguntas. Aquella habitación era grande, con un gran ventanal al fondo que daba a un balcón. En la gran cama estaba Olivia tumbada, parecía inconsciente, junto a ella estaba Sheila y el medico que la estaba tomando la tensión.

- Pasad, pasad.-les dijo Sheila para que entraran.

-¿Cómo se encuentra, doctor?- Preguntó Juan interesado.

- La verdad es que no muy bien, tiene la tensión por los suelos y no ha salido del shock completamente.

- Me temo que no podremos hacerle las preguntas hasta mañana.- comentó Sheila mirando a Juan como si tuviera ella al culpa.

- Esta bien, no te preocupes, mañana vendremos y le haremos las preguntas. -dijo amablemente Juan.

Ya eran las dos y media y como no había nada más que hacer allí Amanda se despidió hasta mañana.

- Bueno, me tengo que ir.- anunció.- ¿A que hora vengo mañana?- sonrió Amanda.

- A las ocho y cuarto te recojo y te llevo en coche. Pero antes de que te vayas, os presentaré, ya que seguramente os veáis mucho por aquí. - dijo Juan con una amplia sonrisa. – Sheila, esta es Amanda una vieja amiga que me ayuda a resolver los casos.

- Encantada- dijeron las dos a coro. Y se dieron dos besos.

Salió de la casa y pidió un taxi, para llegar a tiempo a su comida familiar. El taxi tardó mucho en llegar, pero todavía faltaba cuarto de hora para que llegaran sus padres y su hermana a la taberna.

El taxi paró enfrente de la puerta a las tres en punto. Le pagó los 4 € al amable conductor y entró en la taberna. Sus padres ya estaban dentro, en la mesa de siempre.

Entró, se sentó y saludo a la familia.

- Hola, ¿he llegado a tiempo?

- Claro hija, siéntate, oye cuéntanos que ha pasado con el asesinato del señor Márquez. – dijo su padre interesado.

Amanda se lo contó todo, también les dijo que mañana no podría ir a clase, por que había quedado con Juan para hacerle las preguntas a Olivia.

A sus padres no les sentó demasiado bien la noticia, no les gustaba que faltara clase, pero entendían sus deseos de ayudar a Juan con la investigación, además, aquella no era época de exámenes y Yanhira le podía coger los apuntes.

Comieron tranquilamente en la taberna, tomaron el postre y unos cafés y se fueron a casa. Cuando llegaron, a Amanda le faltó tiempo para ir a teléfono y llamar a Leo.

-¿Si, quién es? – Preguntó una voz, que a Amanda no le resultaba familiar.

- Pregunto por Leo Casademun, soy Amanda. – Dijo extrañada.

- Un momento por favor. – dijo aquel hombre.

Amanda espero impaciente hasta escuchar la voz de Leo.

- Hola princesa, me alegro de que me llames.

Desde que estaban juntos Leo siempre la llamaba princesa al igual que Amanda le llamaba cielo, en fin, cosas de enamorados…

-Buenas tardes cielo, oye, ¿has leído el periódico de hoy? –Preguntó Amanda.

- Pues si, ¿por qué lo preguntas?

- Lo digo por el asesinato de Márquez, es que… por si no te lo he dicho antes yo siempre que ha pasado algo en la ciudad, como un robo o una cosa parecida me meto en” el ajo”, y ayudo a Juan, el comisario, a resolverlos. Entonces esta mañana he estado con el en la casa del señor Márquez y…

- ¿Cómo? ¿Qué has estado esta mañana en su casa? – Preguntó Leo alucinando.

- Sí, ¿Qué pasa? Yo siempre he estado ayudando a Juan en estos casos.- Explicó.

- Pero Amanda, esto no es un robo, ni un acto vandálico, es algo mucho más serio, es un asesinato ¡no te das cuenta de que es muy peligroso! – Dijo nervioso Leo.

- Lo sé cielo, pero tú tranquilo, estaré con Juan y no va a pasarme nada, además indagar estos casos, aunque sea distinto, es lo que siempre me ha gustado hacer, soy así de metomentodo, ¿qué le voy ha hacer?- Explicó Amanda.- Y mañana he quedado con Juan para ir ha hacerle unas preguntas a Olivia.

- A mi esto no me gusta nada Amanda te lo digo en serio es mejor que no te metas en estos líos.

- Lo siento Leo pero voy ha hacerlo te guste o no, debes comprender que hacer esto me gusta y no puedes cambiarlo. – aclaró Amanda esperando la reacción de su novio.

Entonces Leo rectificó. – Bueno, tu verás lo que haces yo ya te he dicho lo que pienso.

- Está bien, ahora te tengo que dejar, han llamado a la puerta y será Yanhira, te quiero cielo, mañana nos vemos. – Se despidió Amanda.

- Hasta mañana.

En esos momentos entró Yanhira por la puerta de su habitación. Aquel día llevaba recogida su melena rubia con una coleta en lo alto de su cabeza, llevaba puesta la gorra de color azul que Amanda le había regalado el verano pasado por su cumpleaños a conjunto con una camiseta del mismo color q no la llegaba al ombligo con unos pantalones piratas vaqueros y sus sandalias favoritas.

- Buenas guapa, ¿qué tal tu investigación de toda una Sherlock Holmes?- preguntó Yanhira con un tono guasón. Mientras se echaba a reír y se sentaba a su lado, encima de la cama.

- No te rías, porque esto es muy serio, bueno eso díselo a Leo, porque no veas como se ha puesto cuando le he contado que iba a ayudar a Juan con la investigación, vamos solo le ha faltado prohibírmelo. –Le contó Amanda resignada.

- ¿En serio? Pues no entiendo porque, no es para tanto digo yo.- comentó Yanhira sorprendida.

- Pues eso mismo le he dicho yo, la verdad es que no entiendo como se ha puesto así conmigo, joe que no me voy a la guerra.- soltó Amanda molesta sin entender por que Leo se puso de aquella manera.

Las chicas se pasaron toda la tarde en la habitación. Amanda le contó a Yanhira lo que había pasado esta mañana en la casa de Márquez, que mañana no iría a clase y que le cogiera los apuntes que dieran aquella mañana en clase.

A las nueve y cuarto, Yanhira se marchó a su casa Y Amanda se puso a cenar con su familia mientras veían una película que echaban en la tele.

Amanda se fue pronto a la cama porque estaba cansada, aunque no pudo dormir pensando en la extraña reacción que tubo Leo cuando le contó lo que iba ha hacer respecto a la investigación del asesinato. Leo era un chico tranquilo, pocas veces se alteraba y menos por una cosa así. Al final Amanda opto por no darle más vueltas.

domingo, 16 de mayo de 2010

CAPITULO 3 :UNA NOTICIA INESPERADA (parte I)


Amanda era una chica muy curiosa y aunque estudiaba derecho realmente debería haber estudiado para ser detective, por que siempre que pasaba algo extraño en la ciudad, un robo, una desaparición, allí estaba ella, intentado averiguar algo. Tanto intentaba descubrir en estos casos que terminó haciéndose amiga del comisario de la ciudad, Juan Ruiz. Ella todas las mañanas al ir a clase compraba el periódico y lo echaba una ojeada a ver si algo emocionante para averiguar había pasado aquel día en la ciudad.

Esta semana estuvo yendo a clase como siempre, pero tan bien quedó con Leo, se lo presento a Yanhira y ya se podía decir que eran oficialmente novios.

Ya era domingo y habían decidido no quedar hoy por que era un día para pasarlo en familia.

Se levantó la primera y decidió ir a contarle a su hermana que había pasado al final con Leo, había estado tan emocionada esos días que se había olvidado de contárselo. Entonces aunque era temprano fue a despertar a su hermana y así se lo contaba todo.

-Carol, despierta que tengo que contarte una cosa muy importante, que seguro te va a interesar.

- ¿Pero no ves que estoy durmiendo? – dijo Carol intentando dormir.

- Está bien, si no quieres que te cuente lo que paso al final con Leo el martes, bueno y toda esta semana, pues nada no te lo cuento y te dejo dormir.-dijo Amanda haciendo que se iba.

- Vale, vale, no te vallas y cuéntamelo todo.- soltó Carol con los ojos como platos, esperando la interesante historia que seguramente su hermana la contaría.

Entonces Amanda se lo contó todo a Carol.

- Ya era hora de que te echaras novio- dijo Carol.

Amanda se rió, se fue a vestir y bajó las escaleras para ir a desayunar.

Estos últimos días Amanda no había comprado el periódico y decidió ir a comprarlo antes de que se levantaran los demás. Entró en el quiosco de siempre y compró el periódico y de paso el pan. Ella esperaba encontrar en el periódico alguna historia fuera de lo normal., así volvería ha hacer de las suyas y volvería a ver a Juan, que hacía mucho tiempo que no hablaban. Volvió a casa y nadie se había levantado todavía y se sentó en el sofá para echar una ojeada. Parecía que no había pasado nada hasta que en la segunda página vio que ponía:

ASESINATO EN LINHOTT

“Esta madrugada, el conocidísimo empresario de Terranova, José Márquez ha aparecido muerto, en el salón de su mansión, con un disparo en el pecho, del que no ha sobrevivido ya que lo mató al instante. La policía ha descartado que haya sido un suicidio, así que están buscando pruebas que identifiquen al asesino porque todavía no se sabe quien ha podido ser. Ya se tiene una larga lista de sospechosos ya que el señor Márquez tiene enemigos, dado que es el hombre más rico de la ciudad y es uno de los dueños, junto con Javier de la fuente, de una de las agencias inmobiliarias más importantes del país, la empresa Terranova. Para investigar el caso han llegado unos policías de homicidios de Madrid y ayudaran a Juan Ruiz, el comisario, en la investigación. Todavía no se tiene acceso al testamento del señor Márquez, pero todo apunta a que la mayor parte de su gran fortuna pasara a ser propiedad de su mujer, Olivia, aunque no se sabe si también recibía algún parte sus sobrinos y resto de la familia, ya que no tiene hijos.”

Cuando terminó de leerlo, no podía creer que algo tan interesante para investigar hubiera pasado allí, por que donde vivía era una ciudad muy tranquila a las afueras de Badajoz.

Entonces escribió una nota para su madre y la dejó encima de la mesa de la cocina.

“Mama, desayunad sin mi, he ido a la mansión de los Márquez a ver si veo a Juan y me cuenta algo de lo que a pasado y así le ayudo a investigar, ya sabes. Si me da tiempo iré a comer a la Taberna del Océano si no comed vosotros que ya como yo algo por aquí.

PD: mira la noticia de la segunda página del periódico que esta en el salón.

Besos, Amanda. “

Salió de casa a toda prisa con una mochila que tenía para estas ocasiones, pero claro, ninguna como esta, otras veces habían sido robos sin importancia y cosas así pero nunca un asesinato y menos de uno de los señores mas ricos de la ciudad.

Este era el momento apropiado para demostrar sus dotes como detective.

Después de caminar una media hora hasta llegar a la mansión de los Márquez, se encontró con Juan, que estaba en la puerta de la gran casa.

- Hola Amanda, ya me parecía raro que no vinieras.- dijo Juan con una sonrisa de oreja a oreja.

- Buenos días, ¿cómo va la investigación? ¿Habeis averiguado algo?- Preguntó intrigada.

- La verdad es que todavía no hemos encontrado nada. La policía de Madrid esta dentro de la casa buscando pruebas que identifiquen al asesino. – Explicó Juan.

- ¿Tenéis ya algún sospechoso?

- Hombre hay muchos, pero los principales son Olivia, para quedarse con su dinero, y por engañarle con otra mujer, Rosalía, la mujer de su socio Javier de la fuente, que a su vez también son sospechosos, aunque Javier no creo que le halla matado por el dinero por que él es tan rico como Márquez, también Julio, el mayordomo, el señor no le trataba excesivamente bien y además le pagaba una miseria y su sobrino que acaba de llegar de Madrid, justo unos días antes de la muerte de su tío.

- Si que esta difícil, tanta gente, con motivos tan distintos…- dijo Amanda pensativa.

Después de charlar un rato subieron las enormes escaleras de la entrada y entraron en la casa. Todo estaba abierto de par en par, muchos policías iban y venían en todas direcciones con mucha prisa.

Se encontraban en un vestíbulo muy grande con un gran espejo en la pared y con muchos cuadros decorando aquellas enormes paredes pintadas de color salmón. Subieron las escaleras de caracol que se encontraban enfrente de la puerta hecha con madera de nogal, para llegar al lujoso salón, la escena del crimen.

Todo aquello estaba lleno de policías que hacían fotos, analizaban la sangre, hablaban entre ellos y sacaban conclusiones y allí, en un rincón del salón, sentada en una butaca se encontraba Olivia, tenía un aspecto horrible, la cara pálida, el cuerpo le temblaba del susto y no podía pronunciar ni una sola palabra. Al lado de ella se encontraba una señorita joven que intentaba que Olivia respondiera a sus preguntas pero por más que lo intentaba de la forma más amable, Olivia no respondía a nada, estaba en shock. Aquella joven se acercó a nosotros y dijo:

- Juan, he intentado que respondiera a nuestras preguntas pero me temo que Olivia se encuentra en shock y hasta dentro de unas horas no podremos preguntarle nada.

- Esta bien Sheila, muchas gracias, ocúpate de ella y cuando se encuentre mejor me avisas, ¿vale?- dijo Juan amablemente.

-Vale, la llevare a su habitación y la prepararé una tila y cuando este preparada le haré las preguntas.- Y fue hacia Olivia para llevarla a la habitación.

- ¿Quién es?, nunca la había visto por aquí. –dijo intrigada Amanda.

- Es la nueva psicóloga de la comisaría, es joven pero es muy lista, además es muy simpática y se nota que la gusta su trabajo y eso es importante.

sábado, 15 de mayo de 2010

CAPITULO 2 :UN CUENTO DE HADAS (parte II)


Amanda miro sus manos unidas y sintió un escalofrío que le recorría el cuerpo, al igual que lo sintió Leo. Entonces cada uno de ellos sacó una moneda y agarrados de la mano la tiraron a la fuente y cuando pasaron unos segundos, dos peces de color naranja se pusieron a juguetear por encima de las monedas. Entonces se miraron fijamente, en sus ojos estaba aquel brillo, ¡sí! aquel brillo que le sale en los ojos a los enamorados de las películas cuando se descubren el uno al otro. El tiempo se había parado en ese instante, solo existían Leo y Amanda, Amanda y Leo, aquellos perfectos desconocidos que estaban empezando a descubrirse. Poco a poco fueron acercándose, notando sus respiraciones desacompasadas, sus parpados empezaron a caer preparados para sentir aquello que habían estado esperando y entonces ocurrió, sus labios se juntaron y se movieron como si formaran uno solo entonces el beso estalló y los segundos se convirtieron en años.

Hacía mucho tiempo que Amanda no tenia esa sensación de libertad, de pasión…Hacía mucho tiempo que nadie le hacía sentir así…No sabía como pero con Leo se sentía segura, protegida, querida…aunque todo hubiera pasado muy rápido, era como si le conociera de siempre. Se abrazaron y se fueron agarrados de la mano al edificio más grande de la ciudad.

- Aquí es donde trabajan los empresarios más importantes de la ciudad, que pertenecen a la empresa Terranova. –dijo Amanda mirando hacia arriba para ver la cima del gran edificio.

- Si, lo sé este edificio ya lo conocía, la verdad es que es impresionante.- dijo Leo.

Amanda no quiso preguntar por qué conocía ya el edificio, ya que a Leo no se le veía muy animado por contarlo.

- Bueno pues como ya le conoces, ahora vamos a cenar a la Taberna del Océano, conocida por sus baguettes de sepia con queso, mi familia y yo vamos mucho allí. – Dijo Amanda.

- Vale, tengo ganas de conocer ese lugar mis tíos me han dicho que esta muy bien, aunque ellos no suelen ir a esos sitios.- explicó Leo.

Fueron por la calle de los Montena hasta llegar a la Plaza de la Paz, donde se encontraba la Taberna del Océano. Entraron y se sentaron en una mesa junto a la ventana, que era el sitio donde se sentaban siempre Amanda y su familia. Leo miró la carta una y otra vez, no sabia que baguette pedirse, había tantas que no sabía por cual decidirse. Ella lo tenía claro, iba a pedirse lo de siempre, la famosa baguette de sepia con queso.

Al rato llegó el camarero.

- Hola Amanda y acompañante.- dijo riendo el camarero.

-Hola Esteban, mi amigo se llama Leo. –dijo Amanda presentándolos, aunque ya no eran solo amigos pero prefería que no lo supiera nadie de momento.

-Encantado Esteban- dijo Leo estrechándole la mano.

-El placer es mió jovencito- dijo Esteban.- ¿Qué vais a tomar?

Esteban era un hombre bajito y regordete, humilde y hogareño que Amanda y su familia conocían desde siempre.

-Yo, lo de siempre con una coca-cola.- contestó Amanda.- ¿Y tu Leo? -Dijo mirándole.

- Yo tomaré la 9, de bacón y queso con una coca-cola también, gracias.

- Ahora mismo os lo traigo.- dijo el camarero según se iba.

Mientras llegaban las baguettes, Amanda se fijo en el medallón que llevaba Leo en el cuello, en el que salía un pájaro, agarrado por una cadena, seguramente de oro macizo.

- ¿Y ese collar?, es muy bonito. – soltó de repente Amanda.

- Es una herencia familiar.-dijo Leo, dando a entender que no quería hablar del tema.

Enseguida Esteban les trajo las baguettes calientes, recién sacadas del horno, con sus correspondientes coca-colas.

Se lo tomaron tranquilamente, pagaron, se despidieron de Esteban y se fueron para casa. Leo la acompañó hasta su calle, un poco antes de llegar a su casa, para así, poder despedirse sin correr el riesgo de ser vistos por los padres de Amanda. Pararon en la esquina de su calle y como despedida se abrazaron y se dieron un beso sintiendo la pasión con la que se besaban.

Realmente, esto era como un cuento de hadas, cuando estaba juntos sentían que el tiempo se paraba y que nadie más existía, solo ellos.

Entonces Amanda entro en casa muy feliz y rápidamente fue al teléfono a contarle a Yanhira todo, todo.