ESTE ES UN LIBRO QUE ESCRIBÍ HACE TIEMPO, TODAVÍA LE FALTAN ALGUNOS RETOQUES, PERO OS LE DEJO AQUÍ A VER QUE OS PARECE..

miércoles, 26 de mayo de 2010

CAPITULO 4: PREGUNTAS Y MAS PREGUNTAS


Ya eran las ocho menos cuarto y Amanda aún no se había levantado. De repente miró el reloj, vio la hora que era y se levanto de la cama de un salto y fue corriendo a desayunar un poco de leche con galletas. Enseguida se ducho y se vistió, ya estaba lista para un día emocionante de investigación. Puntual como siempre a las ocho y cuarto estaba Juan esperándola en la puerta con su precioso Golf rojo. Amanda salió corriendo de casa, sin despedirse de su madre que aun dormía.

- Buenos días querida Watson, ¿preparada para un día de investigación? – Saludo Juan sonriendo mientras que le abría la puerta a su acompañante.

- Hola Juan, ¡por supuesto!

- Pues entonces en marcha, no hay tiempo que perder, nos espera un día emocionante. - y arrancó el coche dirigiéndose a la gran mansión.

No tardaron mucho en llegar, apenas unos diez minutos escasos. Aparcaron enfrente de la gran puerta de acero que protegía la casa. Recorrieron el camino que iba entre los inmensos jardines de la mansión hasta llegar a la entrada. La cosa estaba como ayer, había policías por todos los lados. Antes de llegar a la habitación de Olivia para ver como estaba y hacerle las preguntas, se encontraron con Sheila.

- Buenos días chicos. – Saludo Sheila amablemente mientras se recogía el pelo en una pequeña coleta.

- Hola Sheila, ¿cómo se encuentra hoy Olivia? ¿Podremos hacerle las preguntas?- Preguntó Juan esperando que así fuera.

- El médico ha dicho que ya se le puede hacer las preguntas pero que no se le agobie demasiado porque todavía esta débil, después del susto que se ha llevado.- explicó mientras les invitaba a pasar al dormitorio de los Márquez.

Sheila era un chica alegre y risueña, muy joven de apenas unos veintiséis años que ya tenia echa la carrera en la comisaría, siendo la nueva psicóloga. Se veía a primera vista que disfrutaba con su trabajo y que le dedicaba mucho tiempo de su vida. Pero a la vez era una joven luchadora con muchos sueños por cumplir todavía y eso hacia de ella una bella persona, y eso, Juan lo sabía.

Cuando entraron en la habitación, se encontraron con una Olivia demacrada y pálida, con unas ojeras que parecía que la habían dado una paliza. La pobre mujer que acababa de perder a su marido hace apenas unas 48 horas daba lástima, pero todos sabían que ella era una de las principales sospechosas. En la habitación había otros dos policías que estaban de pie junto a Olivia.

- Señora Márquez, el comisario Juan va ha hacerle unas preguntas, ¿de acuerdo?- Intervino Sheila.

Amanda se sentó en una silla que había a la entrada de la habitación y sacó su libreta dispuesta ha apuntar todo lo necesario para luego ir sacando conclusiones.

- Olivia, ¿ha echado usted algo en falta, que se haya llevado el que mató a su marido?

- Pu…pues ahora que lo dice, si, un medallón al que mi marido te… tenía mucho afecto por que se lo había regalado su pa…pa…padre cuando era pequeño y tenía una especial devoción por aquel cacharro pero realmente no s… se por que. – dijo muy despacio Olivia con la voz temblorosa. – mi marido lo guardaba en la caja fuerte que está detrás del cuadro en el que sale él en su despacho.

- Yo se de que cuadro esta hablando Juan ,es ese que vimos en su despacho que estaba al lado de la cabeza de ciervo. –Explicó Amanda.

- Si, si ya se de cual habláis, por favor Enrique ve ha avisar al inspector Roberto de la desaparición del medallón y dile que él y sus hombres se ocuparan de ese asunto.- Ordenó Juan a uno de los policías que se encontraban en la habitación.

- Si señor comisario, enseguida avisare al inspector Roberto y a sus hombres.

- Espera pero antes, Olivia, ¿podría describirnos el collar?

- Si claro… es de oro y tiene un águila encima de un pedestal y por detrás unas cintas con los apellidos de la familia.

Aquella descripción le resultaba muy familiar a Amada… enseguida se dio cuenta de que así era el medallón de Leo, pero pensó que sería una simple coincidencia, porque, ¿qué tenía que ver Leo con todo aquello? A simple vista, nada.

- Está bien, Enrique, comuníquele esto a Roberto cuanto antes por favor.

El policía asintió y salió enseguida por la gran puerta de la habitación y bajo por las escaleras es busca del inspector.

- Bueno Olivia sigamos con las preguntas, señora, ¿quería usted a su marido? – Pregunto Juan sin pensárselo dos veces.

El ambiente que se respiraba en aquella habitación era frío, la tensión se mascaba, todos estaban en silencio esperando con ansia la respuesta de Olivia.

- Pero comisario, que se piensa usted, claro que quería a mi marido, ¿qué clase de pregunta es esa?, vamos por favor que era mi marido. – contesto alteradísima Olivia, parecía que había recuperado todas sus fuerzas en un solo instante.

Se la veía alterada, irritada más bien, por la pregunta que Juan acababa de hacerla. Sus ojos se habían puesto rojos y ahora parecía más nerviosa que nunca. Aquella reacción no le gusto nada a Juan, algo en su interior sabía que Olivia escondía algo.

- Disculpe Olivia si le he ofendido, tenía que preguntárselo.- dijo Juan sin sentirlo lo más mínimo. –Continuemos, ¿dónde estaba usted a la hora del crimen?

- Pues hombre durmiendo por supuesto, a las seis y media de la mañana, ¿dónde se cree usted que iba a estar, echando una partida a las cartas?

En ese momento la habitación se quedó en un completo silencio, todos se dieron cuenta de lo que pasaba, menos ella…

- Olivia, ¿cómo sabe usted que el asesinato se cometió a las seis y media de la mañana si eso solo lo sabemos nosotros?

Todos esperaban la respuesta de Olivia, por que todo parecía apuntar a que aquella mujer acababa de delatarse, o por lo menos eso era lo más probable.

- No me miren así, lo sé porque… se lo he oído comentar esta mañana a unos policías que hablaban de ello enfrente de la puerta, ¿no estará pensando qué yo maté a mi marido? No saben de lo que hablan, yo lo quería más que a mi vida y sería incapaz de hacer algo así.

- Tranquilícese Olivia, nadie ha dicho eso, pero me temo que tendrá que acompañarnos a comisaría y permanecer allí hasta que volvamos ha interrogarla.

- Bueno esto es indignante, que me acusen de matar a mi propio marido… - Y Olivia se levantó de golpe de la cama parecía que todos sus males se habían curado, en nada se parecía a aquella Olivia que encontraron esa mañana en la cama.

Juan se dio la vuelta ignorando las quejas de Olivia y se acercó a Sheila.

- Sheila por favor llévala a comisaría y dale un tranquilizante, está muy alterada.

- Si Juan, enseguida. Se dirigió a la señora Márquez y la metió en un coche de policía y la llevó a la comisaría.

- Bueno Amanda, ahora nos toca ir a Terranova a hablar con Javier de la Fuente, a ver que nos cuenta...

Entonces Juan y Amanda cogieron el golf de Juan y atravesaron la ciudad, que aquel día estaba especialmente llena de coches. Aparcaron en el inmenso parking que estaba enfrente del gran edificio y entraron. Aquello estaba lleno de importantes ejecutivos que iban con sus trajes y corbatas de Armani. Todos llevaban grandes maletines de cuero y zapatos de piel.

Se acercaron al mostrador de recepción y allí una amable señorita les indico el camino hacia el despacho de De La Fuente. Entraron en el gran ascensor que había en el medio de aquella sala repleta de gente elegante. El ascensor les subió 15 plantas hasta llegar al despacho. Según andaban por el inmenso pasillo oyeron unos gritos que provenían seguramente de aquel despacho.

- ¡No quiero volver a verte por aquí, mañana recibirás noticias de mi abogado! – Se le oía chillar a alguien desde dentro

- ¡Pero Javier déjame que te explique, por favor!

Juan y Amanda llamaron y entraron sin esperar respuesta, pues todo aquello era muy raro. Abrieron la puerta y allí estaba Javier de la Fuente y su esposa, Rosalía en medio del amplio despacho del empresario.

- ¿Llegamos en mal momento señor de la Fuente? – pregunto Juan sabiendo que así era.

- No señor comisario, pasen, Rosalía ya se marchaba, ¿verdad querida…? – Dijo Javier en un tono sarcástico que todos notaron.

Entonces Rosalía recogió de la silla su abrigo de visón y su bolso de piel, seguramente tan caro como el abrigo, y se fue sin decir una palabra.

- Javier de la Fuente… venimos ha hacerle unas preguntas por el asesinato de su principal socio.

Y Juan empezó con las típicas preguntas ¿Dónde estaba a la hora del crimen? ¿Qué relación tenía con el señor Márquez a parte de socios? Todo hasta ahí normal, hasta que el comisario preguntó:

- ¿Sabía usted que su socio mantenía una relación amorosa con su esposa?

Javier bajo la mirada y la dejó fija en el suelo y parecía que estaba realmente triste. Después de unos segundos reaccionó.

-Verán, al principio no quería creerlo, pero un día fui al despacho de Márquez, porque teníamos que arreglar unos asuntos que teníamos pendientes con una nueva empresa que íbamos a financiar y cuando entre a su despacho no llamé y allí estaban los dos… - Y el señor de la Fuente echo a llorar. Aquel señor a simple vista parecía un hombre frío y seco, sin sentimientos, pero estaba claro que aquello era una fachada para tapar su dolor frente al engaño de su mujer y su mejor amigo.

Por hoy habían acabado las preguntas. Pero nada estaba claro… todos seguían siendo sospechosos.

lunes, 17 de mayo de 2010

CAPITULO 3 :UNA NOTICIA INESPERADA (parte II)


Estuvieron dando un paseo por la casa a ver si encontraban algo, estuvieron en la cocina y allí unos policías estaban interrogando a Julio.

- ¿Qué estaba haciendo usted, hoy, a las seis y media de la mañana?- Preguntó uno de los policías.

- Creo que por esas horas ya me había levantado y estaba sacando de paseo a los perros. – Contestó Julio muy nervioso.

El otro policía iba apuntando lo que decían, aunque parecía que no se creía la mitad de las palabras que decía Julio. La verdad es que su coartada nadie la podía verificar y además parecía un poco absurda, pero ¿por qué no podría estar sacando a los peligrosos perros que protegían la mansión a las seis y media de la mañana?

Pasaron al despacho de Márquez, aquello era enorme, casi tan grande como el gran salón, las paredes estaban llenas de altas estanterías llenas de libros de todos los tamaños y colores. En la pared central se encontraba colgado una enorme cabeza de ciervo, tan real que parecía que aquel animal estaba vivo. Junto a él se podía ver un retrato del señor Márquez vestido con un elegante traje de negocios. En el centro había una mesa de madera noble muy grande con un cómodo sillón negro colocado al otro lado de la mesa. Encima de ella había una multitud de papeles de ningún modo ordenados repartidos por toda la mesa, a la vez que unas libretas, plumas, y una sofisticada lámpara.

El suelo era de mármol, tan brillante que casi te podías ver reflejado en él. En el mismo suelo, a la entrada se encontraba una alfombra árabe de mucho estilo que ocupaba gran parte de la sala.

Allí no había nadie solo ellos dos.

Subieron al segundo piso, a al habitación de Olivia a ver si se encontraba mejor y podía responder a sus preguntas. Aquella habitación era grande, con un gran ventanal al fondo que daba a un balcón. En la gran cama estaba Olivia tumbada, parecía inconsciente, junto a ella estaba Sheila y el medico que la estaba tomando la tensión.

- Pasad, pasad.-les dijo Sheila para que entraran.

-¿Cómo se encuentra, doctor?- Preguntó Juan interesado.

- La verdad es que no muy bien, tiene la tensión por los suelos y no ha salido del shock completamente.

- Me temo que no podremos hacerle las preguntas hasta mañana.- comentó Sheila mirando a Juan como si tuviera ella al culpa.

- Esta bien, no te preocupes, mañana vendremos y le haremos las preguntas. -dijo amablemente Juan.

Ya eran las dos y media y como no había nada más que hacer allí Amanda se despidió hasta mañana.

- Bueno, me tengo que ir.- anunció.- ¿A que hora vengo mañana?- sonrió Amanda.

- A las ocho y cuarto te recojo y te llevo en coche. Pero antes de que te vayas, os presentaré, ya que seguramente os veáis mucho por aquí. - dijo Juan con una amplia sonrisa. – Sheila, esta es Amanda una vieja amiga que me ayuda a resolver los casos.

- Encantada- dijeron las dos a coro. Y se dieron dos besos.

Salió de la casa y pidió un taxi, para llegar a tiempo a su comida familiar. El taxi tardó mucho en llegar, pero todavía faltaba cuarto de hora para que llegaran sus padres y su hermana a la taberna.

El taxi paró enfrente de la puerta a las tres en punto. Le pagó los 4 € al amable conductor y entró en la taberna. Sus padres ya estaban dentro, en la mesa de siempre.

Entró, se sentó y saludo a la familia.

- Hola, ¿he llegado a tiempo?

- Claro hija, siéntate, oye cuéntanos que ha pasado con el asesinato del señor Márquez. – dijo su padre interesado.

Amanda se lo contó todo, también les dijo que mañana no podría ir a clase, por que había quedado con Juan para hacerle las preguntas a Olivia.

A sus padres no les sentó demasiado bien la noticia, no les gustaba que faltara clase, pero entendían sus deseos de ayudar a Juan con la investigación, además, aquella no era época de exámenes y Yanhira le podía coger los apuntes.

Comieron tranquilamente en la taberna, tomaron el postre y unos cafés y se fueron a casa. Cuando llegaron, a Amanda le faltó tiempo para ir a teléfono y llamar a Leo.

-¿Si, quién es? – Preguntó una voz, que a Amanda no le resultaba familiar.

- Pregunto por Leo Casademun, soy Amanda. – Dijo extrañada.

- Un momento por favor. – dijo aquel hombre.

Amanda espero impaciente hasta escuchar la voz de Leo.

- Hola princesa, me alegro de que me llames.

Desde que estaban juntos Leo siempre la llamaba princesa al igual que Amanda le llamaba cielo, en fin, cosas de enamorados…

-Buenas tardes cielo, oye, ¿has leído el periódico de hoy? –Preguntó Amanda.

- Pues si, ¿por qué lo preguntas?

- Lo digo por el asesinato de Márquez, es que… por si no te lo he dicho antes yo siempre que ha pasado algo en la ciudad, como un robo o una cosa parecida me meto en” el ajo”, y ayudo a Juan, el comisario, a resolverlos. Entonces esta mañana he estado con el en la casa del señor Márquez y…

- ¿Cómo? ¿Qué has estado esta mañana en su casa? – Preguntó Leo alucinando.

- Sí, ¿Qué pasa? Yo siempre he estado ayudando a Juan en estos casos.- Explicó.

- Pero Amanda, esto no es un robo, ni un acto vandálico, es algo mucho más serio, es un asesinato ¡no te das cuenta de que es muy peligroso! – Dijo nervioso Leo.

- Lo sé cielo, pero tú tranquilo, estaré con Juan y no va a pasarme nada, además indagar estos casos, aunque sea distinto, es lo que siempre me ha gustado hacer, soy así de metomentodo, ¿qué le voy ha hacer?- Explicó Amanda.- Y mañana he quedado con Juan para ir ha hacerle unas preguntas a Olivia.

- A mi esto no me gusta nada Amanda te lo digo en serio es mejor que no te metas en estos líos.

- Lo siento Leo pero voy ha hacerlo te guste o no, debes comprender que hacer esto me gusta y no puedes cambiarlo. – aclaró Amanda esperando la reacción de su novio.

Entonces Leo rectificó. – Bueno, tu verás lo que haces yo ya te he dicho lo que pienso.

- Está bien, ahora te tengo que dejar, han llamado a la puerta y será Yanhira, te quiero cielo, mañana nos vemos. – Se despidió Amanda.

- Hasta mañana.

En esos momentos entró Yanhira por la puerta de su habitación. Aquel día llevaba recogida su melena rubia con una coleta en lo alto de su cabeza, llevaba puesta la gorra de color azul que Amanda le había regalado el verano pasado por su cumpleaños a conjunto con una camiseta del mismo color q no la llegaba al ombligo con unos pantalones piratas vaqueros y sus sandalias favoritas.

- Buenas guapa, ¿qué tal tu investigación de toda una Sherlock Holmes?- preguntó Yanhira con un tono guasón. Mientras se echaba a reír y se sentaba a su lado, encima de la cama.

- No te rías, porque esto es muy serio, bueno eso díselo a Leo, porque no veas como se ha puesto cuando le he contado que iba a ayudar a Juan con la investigación, vamos solo le ha faltado prohibírmelo. –Le contó Amanda resignada.

- ¿En serio? Pues no entiendo porque, no es para tanto digo yo.- comentó Yanhira sorprendida.

- Pues eso mismo le he dicho yo, la verdad es que no entiendo como se ha puesto así conmigo, joe que no me voy a la guerra.- soltó Amanda molesta sin entender por que Leo se puso de aquella manera.

Las chicas se pasaron toda la tarde en la habitación. Amanda le contó a Yanhira lo que había pasado esta mañana en la casa de Márquez, que mañana no iría a clase y que le cogiera los apuntes que dieran aquella mañana en clase.

A las nueve y cuarto, Yanhira se marchó a su casa Y Amanda se puso a cenar con su familia mientras veían una película que echaban en la tele.

Amanda se fue pronto a la cama porque estaba cansada, aunque no pudo dormir pensando en la extraña reacción que tubo Leo cuando le contó lo que iba ha hacer respecto a la investigación del asesinato. Leo era un chico tranquilo, pocas veces se alteraba y menos por una cosa así. Al final Amanda opto por no darle más vueltas.

domingo, 16 de mayo de 2010

CAPITULO 3 :UNA NOTICIA INESPERADA (parte I)


Amanda era una chica muy curiosa y aunque estudiaba derecho realmente debería haber estudiado para ser detective, por que siempre que pasaba algo extraño en la ciudad, un robo, una desaparición, allí estaba ella, intentado averiguar algo. Tanto intentaba descubrir en estos casos que terminó haciéndose amiga del comisario de la ciudad, Juan Ruiz. Ella todas las mañanas al ir a clase compraba el periódico y lo echaba una ojeada a ver si algo emocionante para averiguar había pasado aquel día en la ciudad.

Esta semana estuvo yendo a clase como siempre, pero tan bien quedó con Leo, se lo presento a Yanhira y ya se podía decir que eran oficialmente novios.

Ya era domingo y habían decidido no quedar hoy por que era un día para pasarlo en familia.

Se levantó la primera y decidió ir a contarle a su hermana que había pasado al final con Leo, había estado tan emocionada esos días que se había olvidado de contárselo. Entonces aunque era temprano fue a despertar a su hermana y así se lo contaba todo.

-Carol, despierta que tengo que contarte una cosa muy importante, que seguro te va a interesar.

- ¿Pero no ves que estoy durmiendo? – dijo Carol intentando dormir.

- Está bien, si no quieres que te cuente lo que paso al final con Leo el martes, bueno y toda esta semana, pues nada no te lo cuento y te dejo dormir.-dijo Amanda haciendo que se iba.

- Vale, vale, no te vallas y cuéntamelo todo.- soltó Carol con los ojos como platos, esperando la interesante historia que seguramente su hermana la contaría.

Entonces Amanda se lo contó todo a Carol.

- Ya era hora de que te echaras novio- dijo Carol.

Amanda se rió, se fue a vestir y bajó las escaleras para ir a desayunar.

Estos últimos días Amanda no había comprado el periódico y decidió ir a comprarlo antes de que se levantaran los demás. Entró en el quiosco de siempre y compró el periódico y de paso el pan. Ella esperaba encontrar en el periódico alguna historia fuera de lo normal., así volvería ha hacer de las suyas y volvería a ver a Juan, que hacía mucho tiempo que no hablaban. Volvió a casa y nadie se había levantado todavía y se sentó en el sofá para echar una ojeada. Parecía que no había pasado nada hasta que en la segunda página vio que ponía:

ASESINATO EN LINHOTT

“Esta madrugada, el conocidísimo empresario de Terranova, José Márquez ha aparecido muerto, en el salón de su mansión, con un disparo en el pecho, del que no ha sobrevivido ya que lo mató al instante. La policía ha descartado que haya sido un suicidio, así que están buscando pruebas que identifiquen al asesino porque todavía no se sabe quien ha podido ser. Ya se tiene una larga lista de sospechosos ya que el señor Márquez tiene enemigos, dado que es el hombre más rico de la ciudad y es uno de los dueños, junto con Javier de la fuente, de una de las agencias inmobiliarias más importantes del país, la empresa Terranova. Para investigar el caso han llegado unos policías de homicidios de Madrid y ayudaran a Juan Ruiz, el comisario, en la investigación. Todavía no se tiene acceso al testamento del señor Márquez, pero todo apunta a que la mayor parte de su gran fortuna pasara a ser propiedad de su mujer, Olivia, aunque no se sabe si también recibía algún parte sus sobrinos y resto de la familia, ya que no tiene hijos.”

Cuando terminó de leerlo, no podía creer que algo tan interesante para investigar hubiera pasado allí, por que donde vivía era una ciudad muy tranquila a las afueras de Badajoz.

Entonces escribió una nota para su madre y la dejó encima de la mesa de la cocina.

“Mama, desayunad sin mi, he ido a la mansión de los Márquez a ver si veo a Juan y me cuenta algo de lo que a pasado y así le ayudo a investigar, ya sabes. Si me da tiempo iré a comer a la Taberna del Océano si no comed vosotros que ya como yo algo por aquí.

PD: mira la noticia de la segunda página del periódico que esta en el salón.

Besos, Amanda. “

Salió de casa a toda prisa con una mochila que tenía para estas ocasiones, pero claro, ninguna como esta, otras veces habían sido robos sin importancia y cosas así pero nunca un asesinato y menos de uno de los señores mas ricos de la ciudad.

Este era el momento apropiado para demostrar sus dotes como detective.

Después de caminar una media hora hasta llegar a la mansión de los Márquez, se encontró con Juan, que estaba en la puerta de la gran casa.

- Hola Amanda, ya me parecía raro que no vinieras.- dijo Juan con una sonrisa de oreja a oreja.

- Buenos días, ¿cómo va la investigación? ¿Habeis averiguado algo?- Preguntó intrigada.

- La verdad es que todavía no hemos encontrado nada. La policía de Madrid esta dentro de la casa buscando pruebas que identifiquen al asesino. – Explicó Juan.

- ¿Tenéis ya algún sospechoso?

- Hombre hay muchos, pero los principales son Olivia, para quedarse con su dinero, y por engañarle con otra mujer, Rosalía, la mujer de su socio Javier de la fuente, que a su vez también son sospechosos, aunque Javier no creo que le halla matado por el dinero por que él es tan rico como Márquez, también Julio, el mayordomo, el señor no le trataba excesivamente bien y además le pagaba una miseria y su sobrino que acaba de llegar de Madrid, justo unos días antes de la muerte de su tío.

- Si que esta difícil, tanta gente, con motivos tan distintos…- dijo Amanda pensativa.

Después de charlar un rato subieron las enormes escaleras de la entrada y entraron en la casa. Todo estaba abierto de par en par, muchos policías iban y venían en todas direcciones con mucha prisa.

Se encontraban en un vestíbulo muy grande con un gran espejo en la pared y con muchos cuadros decorando aquellas enormes paredes pintadas de color salmón. Subieron las escaleras de caracol que se encontraban enfrente de la puerta hecha con madera de nogal, para llegar al lujoso salón, la escena del crimen.

Todo aquello estaba lleno de policías que hacían fotos, analizaban la sangre, hablaban entre ellos y sacaban conclusiones y allí, en un rincón del salón, sentada en una butaca se encontraba Olivia, tenía un aspecto horrible, la cara pálida, el cuerpo le temblaba del susto y no podía pronunciar ni una sola palabra. Al lado de ella se encontraba una señorita joven que intentaba que Olivia respondiera a sus preguntas pero por más que lo intentaba de la forma más amable, Olivia no respondía a nada, estaba en shock. Aquella joven se acercó a nosotros y dijo:

- Juan, he intentado que respondiera a nuestras preguntas pero me temo que Olivia se encuentra en shock y hasta dentro de unas horas no podremos preguntarle nada.

- Esta bien Sheila, muchas gracias, ocúpate de ella y cuando se encuentre mejor me avisas, ¿vale?- dijo Juan amablemente.

-Vale, la llevare a su habitación y la prepararé una tila y cuando este preparada le haré las preguntas.- Y fue hacia Olivia para llevarla a la habitación.

- ¿Quién es?, nunca la había visto por aquí. –dijo intrigada Amanda.

- Es la nueva psicóloga de la comisaría, es joven pero es muy lista, además es muy simpática y se nota que la gusta su trabajo y eso es importante.

sábado, 15 de mayo de 2010

CAPITULO 2 :UN CUENTO DE HADAS (parte II)


Amanda miro sus manos unidas y sintió un escalofrío que le recorría el cuerpo, al igual que lo sintió Leo. Entonces cada uno de ellos sacó una moneda y agarrados de la mano la tiraron a la fuente y cuando pasaron unos segundos, dos peces de color naranja se pusieron a juguetear por encima de las monedas. Entonces se miraron fijamente, en sus ojos estaba aquel brillo, ¡sí! aquel brillo que le sale en los ojos a los enamorados de las películas cuando se descubren el uno al otro. El tiempo se había parado en ese instante, solo existían Leo y Amanda, Amanda y Leo, aquellos perfectos desconocidos que estaban empezando a descubrirse. Poco a poco fueron acercándose, notando sus respiraciones desacompasadas, sus parpados empezaron a caer preparados para sentir aquello que habían estado esperando y entonces ocurrió, sus labios se juntaron y se movieron como si formaran uno solo entonces el beso estalló y los segundos se convirtieron en años.

Hacía mucho tiempo que Amanda no tenia esa sensación de libertad, de pasión…Hacía mucho tiempo que nadie le hacía sentir así…No sabía como pero con Leo se sentía segura, protegida, querida…aunque todo hubiera pasado muy rápido, era como si le conociera de siempre. Se abrazaron y se fueron agarrados de la mano al edificio más grande de la ciudad.

- Aquí es donde trabajan los empresarios más importantes de la ciudad, que pertenecen a la empresa Terranova. –dijo Amanda mirando hacia arriba para ver la cima del gran edificio.

- Si, lo sé este edificio ya lo conocía, la verdad es que es impresionante.- dijo Leo.

Amanda no quiso preguntar por qué conocía ya el edificio, ya que a Leo no se le veía muy animado por contarlo.

- Bueno pues como ya le conoces, ahora vamos a cenar a la Taberna del Océano, conocida por sus baguettes de sepia con queso, mi familia y yo vamos mucho allí. – Dijo Amanda.

- Vale, tengo ganas de conocer ese lugar mis tíos me han dicho que esta muy bien, aunque ellos no suelen ir a esos sitios.- explicó Leo.

Fueron por la calle de los Montena hasta llegar a la Plaza de la Paz, donde se encontraba la Taberna del Océano. Entraron y se sentaron en una mesa junto a la ventana, que era el sitio donde se sentaban siempre Amanda y su familia. Leo miró la carta una y otra vez, no sabia que baguette pedirse, había tantas que no sabía por cual decidirse. Ella lo tenía claro, iba a pedirse lo de siempre, la famosa baguette de sepia con queso.

Al rato llegó el camarero.

- Hola Amanda y acompañante.- dijo riendo el camarero.

-Hola Esteban, mi amigo se llama Leo. –dijo Amanda presentándolos, aunque ya no eran solo amigos pero prefería que no lo supiera nadie de momento.

-Encantado Esteban- dijo Leo estrechándole la mano.

-El placer es mió jovencito- dijo Esteban.- ¿Qué vais a tomar?

Esteban era un hombre bajito y regordete, humilde y hogareño que Amanda y su familia conocían desde siempre.

-Yo, lo de siempre con una coca-cola.- contestó Amanda.- ¿Y tu Leo? -Dijo mirándole.

- Yo tomaré la 9, de bacón y queso con una coca-cola también, gracias.

- Ahora mismo os lo traigo.- dijo el camarero según se iba.

Mientras llegaban las baguettes, Amanda se fijo en el medallón que llevaba Leo en el cuello, en el que salía un pájaro, agarrado por una cadena, seguramente de oro macizo.

- ¿Y ese collar?, es muy bonito. – soltó de repente Amanda.

- Es una herencia familiar.-dijo Leo, dando a entender que no quería hablar del tema.

Enseguida Esteban les trajo las baguettes calientes, recién sacadas del horno, con sus correspondientes coca-colas.

Se lo tomaron tranquilamente, pagaron, se despidieron de Esteban y se fueron para casa. Leo la acompañó hasta su calle, un poco antes de llegar a su casa, para así, poder despedirse sin correr el riesgo de ser vistos por los padres de Amanda. Pararon en la esquina de su calle y como despedida se abrazaron y se dieron un beso sintiendo la pasión con la que se besaban.

Realmente, esto era como un cuento de hadas, cuando estaba juntos sentían que el tiempo se paraba y que nadie más existía, solo ellos.

Entonces Amanda entro en casa muy feliz y rápidamente fue al teléfono a contarle a Yanhira todo, todo.

jueves, 13 de mayo de 2010

CAPITULO 2 :UN CUENTO DE HADAS (parte I)

Amanda no podía comer, tenía un nudo en la garganta y la comida no le entraba.

- Amanda, hija, ¿por qué no comes?-dijo Estela preocupada.

- Es que no tengo hambre mamá, he comido algo con Yanhira de camino a casa. – mintió Amanda.

- Claro comes algo de camino a casa, y luego la comida me la tengo que comer yo, ¿no? - dijo Estela enfadada. – Y luego a los cinco minutos tienes hambre.

- Que no mamá, además no tengo hambre, luego me ceno esto. – dijo Amanda.

Entonces, Amanda se fue a su cuarto a prepararse. Ordenó el cuarto para que cuando volviera, su madre no le reprochara nada. Ella pensaba que su madre la trataba como a una niña y ya tenía diecinueve años, pero lo único que hacía su madre era preocuparse por ella, como todas las madres hacen con sus hijas.

Puso música, como hacía siempre que se vestía para salir, eso la relajaba. Una vez puesto su disco favorito, cogió del armario el vestido blanco de palabra de honor que le había a aconsejado su amiga. Sacó las sandalias de dedo de debajo de la cama y se las puso. Fue al baño se soltó su largo pelo rizado y se puso una diadema de color azul celeste a conjunto con las sandalias. Se pintó los ojos casi sin que se le notara y se hecho brillo en los labios. Entonces se miró al espejo y dijo:

- Realmente perfecta, pero ante todo sencilla – dijo en voz alta sonriendo, recordando las palabras que siempre decía Yanhira.

Como todavía eran las cinco y media, llamó a Yanhira.

- ¿Si? – preguntó su amiga.

- Hola, soy Amanda.- contestó.

- ¿Ya estas lista para tu “cita”?

- Si, por eso te llamaba, porque ya me he vestido y todavía queda media hora. – Dijo con desesperación Amanda – Es que estoy muy nerviosa, y te llamaba para relajarme un poco.

-Está bien, tu tranquila que ya verás como todo va a salir muy bien y triunfarás. -dijo segura Yanhira- ¿Te has puesto lo que te dije?

-Si.- contestó Amanda.-Espero que todo esto funcione, aunque no me quiero hacer ilusiones.

- Me parece que ya te las estas haciendo, pero seguro que esas ilusiones se van ha hacer realidad.-Dijo Yanhira animándola.

- Bueno, te dejo guapa, que son menos cuarto, tengo que ir hasta allí y no quiero llegar tarde.-Se despidió Amanda. – ¡Chao!

- Adiós y suerte – dijo Yanhira y entonces colgó.

Amanda cogió el bolso y la chaqueta por si luego hacia fresco y se despidió:

-Adiós, me voy que he quedado con Yanhira- mintió y cerró la puerta.

- Hasta luego hija.- dijo su padre cuando ya se había cerrado la puerta. – Hay que ver esta chica, siempre te deja con la palabra en la boca.

Ya estaba en camino, ya no podía echarse atrás, ya estaba mentalizada, los nervios se habían ido. Entonces dejaría que la conversación y todo lo demás fluyeran.

Cuando llegó a la esquina del campo nuevo que era donde habían quedado, Leo ya estaba allí.

Se saludaron con dos cálidos besos en la mejilla, con los que los dos sintieron un escalofrío que les recorría el cuerpo.

- Hola, ¿qué tal?- preguntó Amanda interesada.

- Muy bien, con ganas de que llegara hoy, para conocer la ciudad y verte, desde luego.- dijo muy contento. - ¿a dónde me vas a llevar?

- Pues primero te voy a llevar a la Plaza de los Arces, y después…- le informo Amanda. –Después ya veremos.

- Vale, cuando quieras nos vamos. –dijo Leo.

Y entonces, tomaron rumbo a la Plaza de los Arces, mientras charlaban tranquilamente. De camino, pararon en una heladería y compraron unos cucuruchos de helado de fresa y nata para los dos.

Y cuando se quisieron dar cuenta ya habían llegado a Fuente Cascada.

- Es muy bonita la verdad, ¿y esa fuente, por qué hay tanta gente alrededor?- preguntó intrigado Leo.

Mientras Amanda le llevaba hacia la fuente para que lo comprobara el mismo le dijo:

- Aquí la gente echa monedas al fondo de la fuente y pide un deseo y si uno de los peces que hay pasa por encima se ella se cumplirá.- explicó Amanda mirándole dulcemente.

- Entonces echemos una ¿no? – dijo leo mientras agarraba suavemente la mano de Amanda.

martes, 11 de mayo de 2010

CAPITULO 1: UN DÍA ESPECIAL (parte II)


Ya era hora de ir a clase. Se dio un paseo hasta la universidad, sin dejar de pensar en Leo, sin dejar de pensar que lo quería y que aunque todo eso hubiera pasado muy rápido sabía que era especial.

Llegó a clase y fue corriendo hacia Yanhira para contarle todo.

- Yanhira no sabes lo que me ha pasado mientras venía a clase,- dijo jadeando Amanda – he conocido a… -

- Un momento, para el carro, ¿por qué no has venido a primera hora?, te he estado esperando en Olivetti como siempre y como no venías casi llego tarde hasta yo. – dijo Yanhira.

- Estaba intentando explicártelo, cuando venia hacia clase me choqué contra un chico maravilloso, y estuvimos hablando y hemos quedado mañana a las 6 para que le enseñe la ciudad.- explicó Amanda – Me ha dicho que es de Madrid y que ha venido a visitar a sus tíos.-

-¿Pero habéis quedado así, tan rápido sin conoceros ni nada? – dijo alucinada Yanhira.

-¡Si, es que ha sido mágico, como amor a primera vista!- explicó apasionada.- Parecía que le conociera de toda la vida, ha sido alucinante.

Y dando por terminada la conversación se fueron a clase deprisa por que ya llegaban tarde y les tocaba con Marisa.

En clase Amanda no dejaba de pensar en él, en que se iba a poner mañana… mientras Yanhira se estaba quedando dormida con la aburrida clase.

Al terminar las clases, cada una se fue a su casa, Yanhira pensaba ir a buscar a su madre al trabajo y Amanda pensaba en las ganas que tenía de volver a verle, y se dio cuenta de que las horas sin él eran interminables.

¿Le habría embrujado este chico? Solo se conocían desde hace dos horas y no podía dejar de pensar en él, era increíble.

Esa tarde Amanda no podía concentrarse estudiando, todo, por simple que fuera le recordaba a él. Y ya para terminar de desconcentrarse entró en la habitación su hermana de diez años, Carol, y empezó a cotillear por la habitación.

- ¿Se puede saber que estas haciendo aquí, Carol?- Preguntó - ¿No tienes nada mejor que hacer?

- Jobar hija, encima que vengo a verte, de verdad que mala hermana. – dijo Carol haciéndose la ofendida.

- No se yo, ¿seguro que no quieres nada?, es raro verte aquí si no vienes a pedirme algo.- Dijo Amanda riéndose.

- Hombre pues la verdad es que venía a preguntarte, que por qué estas tan contenta hoy, si es lunes.- curioseó su hermana. – Es que me preocupo por ti. – dijo riéndose Carol.

- Pues mira te lo voy a contar, por que es algo tan especial para mí que ni a ti te lo puedo ocultar. – dijo sinceramente. – Te lo cuento si me prometes que no se lo vas a contar a mama y a papa, ¿vale?

Carol se sentó en la cama para escuchar aquello tan especial que le iba a contar su hermana.

- Te prometo que no se lo diré, pero cuenta, cuenta, que me tienes intrigada.- dijo Carol eufórica.

- Está bien, te lo contaré.- le dijo Amanda.

Amanda se sentó al lado de su hermana y se lo contó todo con pelos y señales. Carol estaba alucinada, nunca había escuchado una historia de amor a primera vista, tan romántica.

Esa noche no pudo pegar ojo, pensando que al día siguiente iba a quedar con él, ¿qué le iba a decir?, ¿de que iban a hablar?, ¿a dónde le iba a llevar? Un montón de preguntas que pasaron en una sola noche por su mente, sin dejarla dormir.

Ya era por la mañana y Amanda se había levantado antes que su madre, porque aunque no había dormido casi nada, apenas dos horas, se levanto con alegría, deseando que las horas pasaran como segundos y que cuando llegaran las seis, las horas, pasaran como años.

Se duchó, se vistió y preparó el desayuno para toda la familia: tostadas, mermelada, mantequilla, zumo, leche, café… La cocina olía que daba gusto estar allí.

Entonces se levantó su madre y entró en la cocina.

-Umm, ¡que bien huele! – dijo su madre olisqueando la cocina según entraba.

- Es que he preparado el desayuno para todos.- sonrió Amanda.

Estela la miró, extrañada, ¿hacía cuánto tiempo que no la veía tan radiante?

-Me parece muy bien, ya podías hacer esto todos los días.-dijo su madre riéndose.

Amanda la miró sonriendo, pensando “ya te gustaría a ti “.

Entonces su madre y ella desayunaron las tostadas que había preparado y Amanda se fue a Olivetti a encontrarse con Yanhira para ir a clase.

Cuando llegó a Olivetti, Yanhira ya estaba allí esperando.

- Vamos maja, que casi casi, si no te das prisa no llegamos a clase. – soltó Yanhira mientras ya estaba casi en camino para irse.

-Lo siento, es que he preparado el desayuno para toda la familia y casi no me da tiempo a comérmelo.- se disculpó Amanda.

- Vale, vale – dijo, metiendo prisa - Oye, ¿ya sabes que te vas a poner para encontrarte con tu príncipe azul?- Dijo picarona Yanhira.

- Puf no tengo ni idea.

Su amiga la miro de arriba a bajo y dijo:

- A ver, a ver, yo creo que triunfarás si te pones el vestido blanco – dijo definitivamente Yanhira. – hazme caso que te lo dice una experta.

La verdad es que Yanhira era una verdadera experta en todo esto de la ropa, por que su madre, Maite, era diseñadora de moda y tenía una tienda en la cuidad.

- OK te haré caso, siempre funcionan tus consejos sobre moda.- dijo Amanda alegrándose de tener una amiga que supiera tanto del tema.

Y entraron en clase corriendo para no llegar tarde. Las cinco horas de clase que tenían aquel día se le hicieron eternas, no veía la hora de que se acabaran para irse a casa a comer y prepararse para su cita, ¿cita, aquella salida era una cita? Ella esperaba que si lo fuera, por que parecía que se había enamorado.

domingo, 9 de mayo de 2010

CAPITULO 1: UN DÍA ESPECIAL (parte I)


Amanda, es hora de levantarse, o sino, llegarás tarde a clase. - Dijo Estela, su madre, mientras entraba en su cuarto y levantaba las persianas, para dejar entrar la clara luz de la mañana que había aquel día de verano en la ciudad.

Amanda no podía abrir sus verdes ojos aquel lunes, estaba muy cansada. Porque la noche anterior había estado haciendo de las suyas con su mejor amiga, Yanhira.

- Esta bien, mama, pero no hace falta que me vengas a despertar todos los días, que para eso ya esta el despertador.- dijo Amanda resignada. – Además, ya soy lo suficientemente mayor como para despertarme yo sola, ¿no te parece?- Aclaró Amanda.

- Vale, me parece bien hija, pero es que si no vengo yo a llamarte me temo que te quedarás dormida. – Le dijo su madre.

- Ya verás como no, mama, confía en mi.- decía Amanda mientras iba de camino a la ducha.

Esta mañana Amanda se había levantado radiante, hasta cantaba en la ducha, se sentía feliz y con ganas de empezar este lunes con fuerza. Aunque a Amanda no le gustan demasiado los lunes, este día era diferente, sentía que algo especial le iba a ocurrir.

Amanda se vistió, desayunó y cogió los libros de la universidad que iba a utilizar hoy.

- ¡Chao mama, ya me voy a clase, luego nos vemos! – gritó Amanda a su madre mientas salía por la puerta.

- Adiós hija, que te valla bien en clase, cuídate. – se despidió Estela mientras levantaba a Carol, la hermana de Amanda.

Aquella era una mañana radiante. Había mucha gente por la calle, que iba y que venia tranquilamente, parecía que nadie tenia prisa.

Entonces Amanda miró el reloj y se dio que cuenta de que si no se daba prisa iba a llegar tarde a clase. Caminó deprisa hacia la universidad de derecho y al girar la esquina, se chocó contra un chico y todos los libros se le cayeron.

- Lo siento mucho, iba distraído y no te he visto, deja que te ayude. – le dijo el chico amablemente, ayudándola a recoger los libros del suelo.

- No pasa nada, yo también iba distraída, es que a veces voy como loca y se me olvida que hay más gente por la calle.- dijo Amanda sonriendo.

Amanda no sabia que decir, nunca había visto un chico tan guapo. Sus ojos fueron lo que mas le llamaron la atención, parecía como si le hablases desde aquel silencio que se acaba de formar. Leo rompió el hielo y soltó:

- ¿Y dónde va una chica tan guapa con tanta prisa, si se puede saber?

- eh… a clase aunque ya creo que no llego…- respondió Amanda mientras notaba que su cara se ponía roja como un tomate.

- Bien… además de guapa, lista… - sonrió

- Bueno, que vaya a clase no significa que sea lista, que bueno tampoco quiero decir q no lo sea… que lo soy, y bueno guapa… en fin quiero decir… gracias. – soltó Amanda haciéndose un lío, e intento concentrarse en decir algo coherente. Todavía no sabía cual era el nombre de aquel chico tan misterioso. - ¿cómo te llamas?, nunca te había visto.

-Me llamo Leo. –Contestó.- La verdad es que no creo que me hayas visto nunca, porque no soy de aquí, vengo de Madrid.

-¿Y qué te trae por aquí, Leo?- preguntó Amanda.

-He venido a visitar a mis tíos, estaré aquí una temporada.- Explicó Leo - ¿Y tú, cómo te llamas?

-Me llamo Amanda.- contestó. – Yo vivo aquí, a unas pocas manzanas.

El la miraba a los ojos con seguridad, con una extraña mirada de alegría, como si acabara de descubrir el sol por primera vez… hacía tiempo que nadie la miraba de ese modo. En ese instante parecía que todo su mundo giraba entorno a el, como si nada más existiera.

- Me alegro mucho de haberte conocido, porque de aquí no conozco a nadie, ni la ciudad ni nada y mis tíos nunca pueden acompañarme a visitar la ciudad, siempre están muy ocupados.

- Yo también me alegro mucho de conocerte, cuando quieras quedamos, damos un paseo y te enseño la ciudad.- le dijo Amanda con esperanzas de que ese día llegará y le volviera a ver.

- ¡Me parece estupendo!- dijo con entusiasmo Leo. – ¿te parece bien que quedemos mañana por la tarde? – Preguntó.

Amanda se quedo atontada, no podía creerlo, se moría de ganas de quedar con el, pero todo había sido tan rápido que no sabía que responder y finalmente dijo lo que su corazón le decía:

- Está bien, nos vemos aquí mañana a las 6, ¿te parece buena hora?

- Perfecto, aquí estaré, esperándote…

Se dieron dos besos y se despidieron hasta el día siguiente.

Amanda miró el reloj y se dio cuenta de que ya no llegaba a primera hora, así que iría a segunda. Tenía que contarle todo lo que le había pasado, a Yanhira.

Entonces se sentó en un banco a esperar a que llegara la hora de la segunda clase.“¿Qué he hecho? Acabo de quedar mañana con un chico al que ni si quiera conozco, no se nada de él pero…”

Después se dio cuenta de que eso, daba igual que lo que realmente importaba era que le gustaba, que mientras hablaba con él sentía un nudo en el estómago que casi no le dejaba hablar. Ella sabía que todo esto, parecía un cuento de hadas, pero había una sensación en ella que le hacía pensar que no había sido una casualidad que ellos dos se encontraran.